Al menos ocho devotos católicos filipinos fueron clavados en una cruz para conmemorar el Viernes Santo en uno de los eventos que año con año conmociona al mundo debido a que los fieles llevan su fe a un nivel en el que se llevan a cabo crucifixiones reales.
Se trata de una recreación de la crucifixión de Jesucristo este Viernes Santo en la provincia central de Pampanga y de acuerdo con el gobierno local se trata de una tradición de los devotos practicada desde 1955.
Los ritos de crucifixión estaban prohibidos en Filipinas desde el comienzo de la contingencia sanitaria por COVID-19; sin embargo para este 2023 se reanudaron con la libertad que se hacían en el pasado.
Rubén Enaje, de 62 años, explicó a la agencia Reuters que ha sido clavado en la cruz 34 veces anteriormente: “Estuve feliz en la cruz porque pasó un año y mi familia se mantuvo a salvo, que es por lo que siempre rezo cuando me clavan en la cruz”.
Durante el Viernes Santo, Enaje fue atado a la cruz con clavos de dos pulgadas de largo que le atravesaron las manos y los pies, mientras que otros participantes simplemente fueron atados a las cruces con cuerdas para soportar su peso.
Enaje y otros devotos llevan coronas espinosas de ramitas y cargan pesadas cruces de madera sobre sus espaldas durante más de un kilómetro bajo un calor como parte del viacrucis.
Más del 80% de los 94 millones de habitantes de Filipinas son de religión católica, y es el único país asiático conocido con creencias predominantemente católicas.