Año tras año, las condiciones en muchas partes de Estados Unidos pueden ser muy diferentes a su última temporada debido al fenómeno de El Niño, que comenzó formalmente en junio en el océano Pacífico, pero sus efectos se extenderán por varios meses alrededor de todo el planeta.
Devastación del huracán Otis
En esta oportunidad, las probabilidades de al menos un evento fuerte de El Niño han aumentado al 73% de una transición a ENSO-neutral favorecida durante abril-junio de 2024, explicaron desde el Centro de Predicción Climática (CPC) del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos.
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¿Qué significa El Niño?
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), El Niño es un fenómeno meteorológico asociado a una alteración de los patrones de viento que se traduce en temperaturas más cálidas en la superficie del océano en el Pacífico oriental y central.
Este puede provocar fenómenos meteorológicos extremos como incendios forestales, ciclones tropicales y sequías prolongadas, y también puede afectar a los mercados, especialmente a los emergentes, más expuestos a las oscilaciones de los precios de los alimentos y la energía.
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Principales diferencias con La Niña
En este caso, La Niña es un fenómeno que produce un enfriamiento a gran escala de las aguas superficiales de las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, además de otros cambios en la circulación atmosférica tropical en los vientos, la presión y las precipitaciones, según la OMM.
Por lo general, tiene efectos en el tiempo y el clima opuestos a los de El Niño, que constituye la fase cálida del fenómeno denominado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) y suelen ocurrir en promedio cada dos a siete años.
Los patrones de La Niña tienden a afectar las temporadas de huracanes en el Atlántico, por lo que podría presentarse un mayor número de estos fenómenos, ya que el agua fría en el océano Pacífico lleva a crear vientos superiores a través del Atlántico que son más propicios para el desarrollo de grandes tormentas.