Por: MNC Montserrat Garralda
Las tortillas son base de la comida mexicana y están arraigadas a nuestra cultura desde la época prehispánica. El maíz, que antes era el teocintle, se utilizaba para hacer diversas preparaciones que hoy en día siguen vigentes como los atoles, tamales, tortillas, champurrados, etc.
La nixtamalización (palabra de origen náhuatl) es un paso indispensable para una buena tortilla de maíz. Se le agrega cal o algún producto alcalino (inclusive hubo zonas y épocas que utilizaban conchas de mar molidas o cenizas).
Con la nixtamalización logramos que minerales y aminoácidos se hagan más biodisponibles para el cuerpo humano, es decir, los puede usar de forma más eficiente. Aquí tenemos el ejemplo de la niacina (vitamina B3), que se libera y el cuerpo la usa para poder convertir los alimentos en energía, ayuda a mantener sanos los nervios, la piel y el aparato digestivo.
Gracias a la niacina se puede prevenir una enfermedad llamada pelagra, caracterizada por las tres “D”: Dermatitis, diarrea y demencia.
Este proceso de añadir algo alcalino al remojo del maíz, da como consecuencia una mejor flexibilidad a la masa y deja a la tortilla como una excelente fuente de calcio, un mineral indispensable para los huesos.
También con la nixtamalización se logra combatir el sobrecrecimiento bacteriano, de esa forma su tiempo de anaquel es más amplio.
Lo mejor de la tortilla hecha de esta forma es que se vuelve una fuente de calcio, el cual como sabemos es indispensable para los huesos y la contracción muscular. Te recomiendo que las incluyas en tu alimentación cotidiana.
Cuando nutrimos cuerpo, mente y alma nos mantenemos mejor preparados ante la adversidad.
Vive sanamente
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