Por: Fernando Flores | Terapeuta en adicciones
En el día a día he llegado a ver a personas que cambian sus opiniones, sus valores, hasta sus creencias por que los demás opinan diferente, por ejemplo, una escena de la serie ‘Merlí: Sapere aude’:
En él se puede ver a uno de los protagonistas ante un experimento de su profesora de Filosofía, y que sirve como valiosa lección sobre “la debilidad del ser humano cuando es sometido a presión ambiental”.
La profesora, le dice a los alumnos presentes: “vamos a hacer un experimento, miren esta carpeta, es verde obviamente, pero en cuanto llegue Pol yo la sacaré y les preguntaré de qué color es. Y ustedes dirán que es roja”. Cuando el alumno que llega tarde se sienta, la profesora María muestra la carpeta verde y va preguntando a cada alumno: «¿De qué color es?». Y todos responden: «Roja, roja, roja...». Pol mira extrañado a sus compañeros, y cuando le toca responder a él, acaba asegurando también: «¡Roja! ¡Es roja!».
Y es ahí donde surge la pregunta: ¿tomamos nuestras decisiones solos, o es acaso que la presión social nos orilla a hacerlo?
Intentar aparentar ser alguien que no se es, aceptar hacer algo que en el fondo se sabe que no es lo correcto, opinar de una forma distinta en voz alta a la que realmente se piensa... todos nos hemos encontrado en alguna de estas situaciones para poder encajar en diferentes grupos e indirectamente hemos sucumbido a la presión social.
Nadie se escapa de este fenómeno.
Todos en mayor o menor medida nos vemos afectados por la presión social, por la necesidad de encajar, de ser aceptados. Esto se debe, a que “el ser humano es un ser social que busca conseguir sentido de pertenencia”.
Aunque es fácil caer en la trampa de la presión social, hay ciertas personas que son más propensas a sufrirla. Adolescentes, o en definitiva gente con una autoestima baja o miedo al rechazo, suelen ser los primeros en sufrir las consecuencias de este fenómeno. Los resultados de la presión social suelen ser asumir conductas de riesgo como el consumo de drogas, fumar o beber sin control.
Para contrarrestar este fenómeno, principalmente tenemos que reconocer que existe, de igual forma es importante que las personas aprendamos a poner límites, sanos y funcionales, es decir, aprender a decir NO!, sabiendo que podemos encajar en grupos sociales sin tener que aparentar algo y siendo algo que no somos. Aquella persona que logra ser asertiva (decir las cosas de forma adecuada, en la intensidad, tono, momento y a la persona adecuada), tendrá mayores posibilidades de ser ella misma, y así ceder cada vez menos a la presión social.
Vive saludable
#ViveSinDrogas
