Durante años, Grass Valley, en el norte de California, fue el destino soñado para muchos, incluida una estadounidense, llamada Jamie Stathis, que se enamoró de la ciudad en 1997. Su encantadora arquitectura victoriana y el ambiente artístico le atrajeron profundamente, y en el 2017, finalmente tuvo la oportunidad de mudarse allí con su pareja, Martin, cuando le ofrecieron un trabajo cerca de Sacramento.
Sin embargo, lo que inicialmente parecía un sueño se convirtió en una experiencia desafiante. Aunque la ciudad californiana ofrecía una arquitectura pintoresca y una comunidad vibrante, los costos de vida resultaron ser exorbitantes. El alto precio de las viviendas hizo que fuera difícil disfrutar del estilo de vida que ambos habían imaginado.
El sueño de vivir allí se desvaneció ante la dura realidad de los altos costos y las dificultades de integración, contó Jamie en un artículo de Business Insider. La historia completa ilustra cómo la realidad de vivir en este idílico pueblo californiano fue mucho más complicada de lo que imaginaban.
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¿Por qué es tan costosa la vida en Grass Valley, California?
Mudarse a Grass Valley, una ciudad en el condado de Nevada, resultó ser más caro de lo esperado para la pareja, que se trasladó allí en busca de un cambio de vida. Al principio, esperaban que el costo de vida fuera comparable al de su anterior residencia en Missoula, Montana, pero pronto descubrieron que el alquiler era casi el doble.
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Debido a los altos precios en California, optaron por comprar una casa, solo para encontrarse con propiedades en mal estado y ubicaciones remotas, muchas sin acceso a internet ni señal de celular. Además, el costo de vida era aproximadamente un 38.2% más alto que el promedio nacional, lo que afectó el presupuesto de la pareja.
A pesar de que el área tiene su atractivo, con boutiques pintorescas y un entorno natural hermoso, las opciones para compras diarias eran limitadas. Las tiendas locales se enfocan en productos dirigidos a turistas, y artículos básicos como ropa interior no estaban fácilmente disponibles. La ubicación también complicó la vida cotidiana. La ciudad no está cerca de autopistas principales, lo que obliga a viajar 45 minutos a Sacramento para acceder a una gama completa de servicios y comodidades.
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Además, las tiendas de comestibles eran pequeñas, caras y mal abastecidas, y la pareja tenía que viajar una hora para la mayoría de sus citas médicas. Según el testimonio de la residente en la publicación del periódico, estos factores convirtieron la experiencia de vivir allí en algo muy alejado de lo que esperaban.