La tensión sigue alta en la frontera entre Estados Unidos y México, pese a que las autoridades estadounidenses sienten un poco de alivio porque las medidas que empezaron a implementar contra la migración irregular se traducen en menores cifras. Esta vez la protagonista es una enfermera, quien denuncia que los migrantes reciben malos tratos, por lo que muchos están muriendo.
Se trata de Juramay Olivia, quien afirmó que la mala atención en el centro de detención de Otay Mesa, una prisión federal de seguridad mínima y media para hombres en San Diego, California, provocó la muerte de un migrante, mientras que otro sufrió una convulsión, uno requirió un trasplante de hígado y otro quedó con una herida abierta que supuró, según unos documentos judiciales a los que tuvo acceso Newsweek.
En esos papeles se detalla que los jefes de CoreCivic, que gestiona prisiones privadas y centros de detención en Estados Unidos, “intimidaban al personal y la despedían cuando ella planteaba sus inquietudes”. La enfermera afirma que a menudo solo quedaban dos especialistas para atender a 1,500 detenidos.
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Lorrie Walker, abogada de Olivia, ha señalado que tienen informes sobre la existencia de una muerte dentro del centro de detención “que potencialmente podría haberse evitado si se hubiera brindado la atención adecuada”.
“También recibimos información de que ocurrieron algunos episodios médicos extremos para los cuales el personal del Centro de Detención de Otay Mesa no estaba preparado, y nuestro cliente cree que eso se debió a la falta de personal, recortes presupuestarios y mala gestión a nivel ejecutivo”, dijo a Newsweek.
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La situación en la frontera entre Estados Unidos y México
La denuncia de Olivia se produce en un momento de tensión para las autoridades estadounidenses, que recientemente pusieron en marcha un nuevo plan para frenar el ingreso masivo de migrantes irregulares que buscan asilo.
La norma permite a los funcionarios de inmigración prohibir el asilo a los migrantes a los pocos días, si no horas, de que crucen ilegalmente la frontera.
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En las primeras tres semanas, el número de arrestos ocurridos en la frontera suroeste se redujo un 40% y los agentes policiales descubrieron menos de 2,400 cruces ilegales diarios, por debajo del límite de 2,500 entradas irregulares que Joe Biden estableció para cerrar la frontera.