La icónica actriz de Hollywood, Sharon Stone, ha demostrado una vez más su fortaleza interior al compartir su lucha por superar los traumas del pasado y encontrar la felicidad. A pesar de enfrentar desafíos como un derrame cerebral que puso en riesgo su vida y la pérdida de oportunidades laborales, Stone ha elegido ver el mundo con optimismo y alegría.
En recientes entrevistas, la estrella de “Bajos Instintos” ha revelado cómo ha logrado reconstruir su vida tras estos duros golpes.
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Sharon Stone ha decidido ser feliz
La actriz de 66 años sufrió una hemorragia cerebral casi mortal hace 25 años que la dejó sin un céntimo y sin otra opción que reconstruir su carrera, pero admitió que todo este tiempo después se ha “disciplinado” para seguir manteniendo una actitud alegre.
Así lo dijo a Fox News Digital: “Creo que puedes elegir cómo ves el mundo, y yo elijo ser feliz, lo que creo que es una disciplina. Y eso es lo que hago”.
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La estrella de ‘Bajos Instintos’ habló recientemente sobre el consejo que le gustaría dar a su yo más joven, y deseó saber que todo saldría bien.
Afirmó a la BBC: “Me diría a mí misma: ‘Lo vas a lograr. No lo sabes, pero lo vas a conseguir’. Me lo habría tatuado en el interior de los párpados. Me hubiera gustado saberlo tantas veces. Cuando estaba en el suelo y no podía conseguir una ambulancia. Cuando volví a casa del hospital y leí en la revista PEOPLE que no sabríamos hasta dentro de 30 días si iba a vivir o morir. Podemos elegir llorar, o podemos elegir la alegría. Creo que hay que seguir eligiendo. Mantente presente. Te has caído. Levántate. Alguien te ha empujado. Ahora quieren ayudarte a levantarte. Déjales”.
La actriz de Hollywood también admitió que todo el incidente cambió “al cien por ciento” su visión de la vida.
A la pregunta de si el ictus cambió su forma de pensar, declaró a The Hollywood Reporter: “Totalmente. Al cien por ciento. Un monje budista me dijo que había reencarnado en mí mismo cuerpo. Tuve una experiencia de muerte y luego me trajeron de vuelta. Sangré en mi cerebro durante nueve días, así que mi cerebro fue empujado a la parte delantera de mi cara. No estaba colocado en mi cabeza donde estaba antes. Y mientras eso sucedía, todo cambió. Mi sentido del olfato, mi vista, mi tacto. No pude leer durante un par de años. Las cosas se estiraban y veía patrones de colores. Mucha gente pensó que iba a morir. La gente se aprovechó de mí durante ese tiempo. Tenía 18 millones de dólares ahorrados gracias a todo mi éxito, pero cuando volví a mi cuenta bancaria, todo había desaparecido. Mi frigorífico, mi teléfono... todo estaba a nombre de otras personas. Tenía cero dinero”.