Kelly Osbourne, hija del roquero Ozzy Osbourne y conocida por haber protagonizado junto a toda su familia, uno de los ‘realities’ más populares de la década de los 2000, ha aprovechado el último episodio del podcast familiar, ‘The Osbournes’, para reflexionar sobre el origen de su conflictiva relación con su propio cuerpo.
En los últimos años, Kelly se ha sometido a varias intervenciones, como la inserción de un balón gástrico en 2020, para adelgazar y evitar fuertes oscilaciones en su peso.
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Los cambios radicales en el físico de Kelly Osbourne han sido una constante en sus 20 años de trayectoria pública. La artista, quien ahora luce más delgada que nunca, no ha ocultado que la obsesión que acabó desarrollando por ello se debe, entre otros factores, a las presiones que ha recibido toda su vida en el marco de una industria del entretenimiento implacable en ese sentido.
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“Cuando era una niña, me llevaron al despacho del jefe de la agencia [de talentos], que estaba metiendo pelotas de golf dentro de un vaso. Y me dio todo un discurso diciendo que era demasiado gorda para la televisión y que necesitaba perder peso. Y que si adelgazaba, luciría mucho mejor”, ha recordado en una charla que comparte con su hermano Jack y su madre Sharon Osbourne, una mujer a la que en el pasado no le temblaba el pulso a la hora de recurrir al bisturí y quien recientemente reconocía haber tomado Ozempic para adelgazar.
“Me dijo que no era una estrella de cine, pero que podría serlo si perdía peso”, ha incidido Kelly sobre unas palabras que todavía resuenan en su cabeza. Se remontan al año 2003, después de que la entonces adolescente consiguiera un significativo papel en la comedia ‘Freaky Friday’. Se trata de la popular cinta de Disney -conocida en Hispanoamérica como ‘Viernes de locos’ y en España como ‘Ponte en mi lugar'- en la que Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan interpretan a una madre y a una hija que mágicamente intercambian sus cuerpos.
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De haberse hecho realidad esa oferta, Kelly habría dado un importante paso meter cabeza en el sector y demostrar, tanto a sus críticos como al público, que su valor iba mucho más allá de su apellido. “Iba a actuar en una película con Lindsay Lohan, ‘Freaky Friday’. Iba a interpretar a su mejor amiga, y eso fue justo antes de que a mi madre le diagnosticaran cáncer, así que lo dejé", ha recordado sobre los problemas de salud que atravesaba Sharon en esos tiempos.