La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) ha anunciado un cambio significativo en los patrones climáticos globales: el fenómeno de El Niño está en transición hacia La Niña. Esta transición no es un mero cambio de nombre, sino un proceso con profundas implicaciones para el clima mundial, en particular para la actividad de la temporada de huracanes en las cuencas del Pacífico y del Atlántico.
Este evento climático se caracteriza por temperaturas más frías de lo normal en el Océano Pacífico ecuatorial, lo que a su vez altera las condiciones atmosféricas en distintas partes del mundo, afectando la formación y la intensidad de los huracanes.
Se espera que La Niña afecte notablemente la actividad de la temporada de huracanes en el Atlántico y el Pacífico. Según la NOAA, hay un 60% de posibilidades de que este fenómeno meteorológico se forme entre junio y agosto, con una probabilidad aún mayor en otoño. Este fenómeno climático puede influir en la frecuencia, la intensidad y la trayectoria de las tormentas tropicales y los huracanes.
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¿Cómo influirá La Niña en la temporada de huracanes?
La Niña ocurre cuando las temperaturas de la superficie del Océano Pacífico cerca del ecuador son más bajas que el promedio a largo plazo. Este fenómeno climático puede tener un gran impacto en la temporada de huracanes. En contraste, El Niño, que es el calentamiento de estas aguas, tiene efectos opuestos en el clima.
En la región del Atlántico, La Niña puede significar una temporada de huracanes mucho más activa. Las temperaturas más bajas en el Pacífico reducen la cizalladura del viento en el Atlántico, lo que facilita la formación de más huracanes. Este año, se espera una temporada “hiperactiva” con hasta 33 tormentas con nombre, muy por encima del promedio de 14.
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En el Pacífico oriental, La Niña generalmente provoca un aumento en la cizalladura del viento, lo que puede reducir el número de huracanes en esa área. Sin embargo, la actividad de tormentas podría aumentar en el Pacífico occidental y el sudeste asiático. Por ello, es crucial que las comunidades costeras estén preparadas para una posible temporada de huracanes más intensa.