Un pequeño pueblo del desierto de Mojave enfrenta una transformación que divide opiniones. Camiones de construcción circulan sin descanso y transportan materiales para el Aratina Solar Project, una de las plantas solares más grandes de California. ¿Qué sucede?
Se trata de Boron, un lugar de apenas 2,000 habitantes donde no hay semáforos ni un centro juvenil, y donde las personas sin automóvil dependen de calles agrietadas para llegar al único mercado de la ciudad. A menos de un kilómetro del límite sur, el avance ya ha reducido la cantidad de árboles y alterado la rutina de quienes viven aquí.
Las preocupaciones crecen: algunos residentes creen que la obra está contaminando el aire y el agua, por lo que afecta la salud de la comunidad. Las reuniones reflejan una creciente inquietud: ¿traerá beneficios o terminará por destruirlo?
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¿Por qué esta edificación preocupa a los habitantes californianos?
El Aratina Solar Project es una de las mayores plantas solares en desarrollo en el Estado Dorado, con 2,300 acres (931 hectáreas) destinados a abastecer de energía a Silicon Valley y la costa central. Aunque su objetivo es impulsar las energías renovables, su construcción ha generado gran inquietud en Boron y sus alrededores.
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Uno de los principales problemas es la destrucción del ecosistema desértico a causa de la eliminación de miles de joshua trees, una especie icónica protegida. Además, la remoción del suelo seco contribuye a la desertificación y puede liberar esporas del hongo Coccidioides, causante de la fiebre del valle, una enfermedad respiratoria grave.
El condado de Kern, donde se ubica la obra, registra casi un tercio de todos los casos en California, convirtiéndose en un punto crítico de contagio. Aunque la empresa Avantus ha implementado medidas de control de polvo, muchos temen que estas no sean suficientes para evitar la propagación y el deterioro de su calidad de vida.
La voz de los vecinos y su disconformidad
“Sé que se ha hablado mucho sobre los joshua trees, pero la verdadera preocupación es la fiebre del valle”, advirtió Roy Richards, residente local. “He visto el polvo levantarse desde el proyecto y recorrer varias millas. Esto está a menos de media milla de una escuela primaria”.
Melanie Richardson, madre y enfermera, también alertó sobre el peligro. En el 2022, tras analizar muestras de suelo en la zona, confirmó la presencia del hongo y llevó los resultados a las autoridades. A pesar de sus advertencias, la construcción siguió adelante.
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Los vecinos temen que el avance del proyecto agrave los problemas de salud y altere su comunidad de forma irreversible. Mientras la energía solar gana terreno en California, el pueblo enfrenta las consecuencias de un desarrollo que, para muchos, llega con un alto costo.