Conducir por las calles y carreteras de Houston se convirtió en una experiencia cada vez más estresante para los residentes al sureste de Texas. Con un número creciente de quejas y frustraciones, las rutas de la ciudad presentan serios desafíos para quienes transitan por ellas diariamente.
Conocidas por su tráfico denso y largos embotellamientos en las horas pico, a las autopistas de la región se les debe sumar otro factor determinante: la ira al volante de los conductores locales. ¿A qué se debe esta problemática?
El comportamiento agresivo de los conductores de Houston
Uno de los mayores problemas que enfrentan los habitantes de Houston es la falta de respeto por las normas de tránsito. Muchos conductores locales se saltan los semáforos en rojo, no respetan los límites de velocidad, y utilizan el arcén cuando el tráfico está detenido, lo que pone en riesgo tanto su propia vida como la de los peatones.
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Según los propios ciudadanos, esta actitud se ve impulsada por una cultura del automóvil que favorece un enfoque individualista y egoísta. En esta postura, la seguridad de los demás pasa a ser una preocupación secundaria.
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Los conductores que intentan respetar las leyes son frecuentemente víctimas de daños colaterales provocados por este comportamiento imprudente, lo que aumenta la tensión en las vías.
El aumento del tráfico y la infraestructura deficiente en Houston
El otro desafío constante en Houston es el crecimiento del tráfico y la deficiencia de su infraestructura vial. Con el aumento de la población y la falta de expansión significativa de las carreteras, los viajes diarios al trabajo se alargan cada vez más, lo que puede ser realmente estresante.
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A pesar de que los conductores intentan evitar las autopistas principales, las calles secundarias también se ven saturadas. Esta situación empeora aún más por la mala condición de muchas de estas, las cuales presentan baches y carriles mal definidos, lo que incrementa los riesgos para la seguridad de aquellos que las recorran, ya sea en coche o a pie.