Los restos de un vecindario olvidado descansan junto al océano, ocultos a simple vista. Alguna vez fue un paraíso costero, con casas de tejados rojos y jardines abiertos al sol de California. Pero algo comenzó a cambiar. Un murmullo lejano se transformó en un estruendo constante y, poco a poco, todo quedó en silencio.
Ese lugar es Surfridge, un pueblo fantasma junto al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX). Lo que una vez fue un vecindario idílico terminó siendo víctima del progreso. A medida que el tráfico aéreo crecía, el ruido de los aviones hacía imposible la vida en la zona.
Las casas fueron abandonadas, el tiempo hizo lo suyo y ahora solo quedan calles vacías, cercas oxidadas y la huella de un sueño californiano que se desvaneció. Sus ruinas cuentan la historia de un destino que tuvo que ceder ante el avance de la ciudad.
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¿Qué pasó con este emblemático pueblo abandonado de California?
Surfridge, una vez conocido como Palisades del Rey, fue desarrollado en la década de 1920 como un exclusivo enclave costero en Los Ángeles. Ubicado cerca de Santa Mónica y Venice Beach, fue diseñado como una comunidad exclusiva para quienes buscaban una vida junto al océano.
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En los años 20, los lotes se vendían con un pago inicial de 50 dólares y con cuotas accesibles, por lo que muchas familias lograron establecerse en esta zona privilegiada. Para los años 30, ya contaba con alrededor de 800 casas, muchas de ellas de estilo español, y atrajo a figuras de Hollywood como Cecil B. DeMille y Mel Blanc.
Sin embargo, la tranquilidad no duró. La expansión del LAX en los años 50 trajo consigo un problema imposible de ignorar: el ruido ensordecedor de los aviones.
Las autoridades expropiaron las propiedades y para los años 70 el pueblo quedó completamente abandonado. Hoy, sus calles vacías y cercadas sirven como santuario para la mariposa azul de El Segundo, una especie en peligro de extinción.
Las huellas que dejó el pasado de este pueblo fantasma en California
Por décadas, Surfridge mantuvo un aire de comunidad, aunque sus casas ya no estaban. Sus calles seguían abiertas, las farolas se encendían cada noche y muchos residentes de Palisades del Rey se acercaban a ver los aviones o disfrutar de la playa. No obstante, tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, las medidas de seguridad se endurecieron y el acceso quedó completamente restringido.
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Desde el aire, todavía se pueden ver calles desiertas y los cimientos de las antiguas viviendas. Pero en tierra, el acceso es imposible. El historiador local Dukesherer comparó la sensación de ver al pueblo desde afuera con un área de acceso restringido como el Área 51.
A pesar de su abandono, el lugar ha encontrado un nuevo propósito. La naturaleza ha reclamado la zona, convirtiéndola en un refugio para especies protegidas como la mariposa azul y búhos raros que ahora habitan sin problema alguno.