El plan de deportación masiva propuesto por Donald Trump genera gran inquietud en la sociedad, sobre todo en Texas, un estado con una extensa frontera y una de las mayores poblaciones migrantes del país. Durante su campaña, el republicano aseguró que implementar una política agresiva contra la inmigración ilegal sería una de sus principales prioridades.
Tras confirmarse el regreso del neoyorquino a la Casa Blanca, se estima que el proceso tendría un impacto significativo en el estado, tanto por sus implicaciones económicas como sociales. Las especulaciones crecieron incluso más tras el reciente nombramiento de Tom Homan como “zar de la frontera”.
Texas como epicentro de los planes migratorios de Trump
El Estado de la Estrella Solitaria alberga alrededor de 1.6 millones de inmigrantes indocumentados, además de contar con una frontera de más de 2,000 kilómetros. Esto la convierte en una de las zonas más expuestas a las acciones de control migratorio.
Regreso de Trump preocupa a migrantes en la frontera sur de México
El gobernador de Texas, Greg Abbott, manifestó su apoyo a políticas que refuercen la seguridad en la frontera. De esta forma le dio su visto bueno al proyecto ideado por la futura administración Trump.
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La mayoría de los inmigrantes indocumentados en territorio texano tienen fuertes raíces en el estado, por lo que un esfuerzo por deportar a millones afectaría gravemente a muchas familias y economías locales.
Los costos y desafíos logísticos del proyecto de Trump
Aunque Trump anunció que las deportaciones “no tienen precio”, su ejecución tendría un costo elevado para el país. De acuerdo con el Concejo Estadounidense de Inmigración, deportar a tantas personas podría costar hasta 315,000 millones de dólares en gastos de detención y transporte.
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El futuro de programas como el de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) también se encuentra en un limbo, algo que genera aún más incertidumbre entre los migrantes de Texas.