¿Qué hace que nos enamoremos?

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El amor… tópico inexplicable y eterno de la historia de la humanidad. Tanto el amor como el desamor han generado cientos de poemas, millones de frases, incontables víctimas de sus efectos e historias de vidas enteras. ¿Quién no ha sucumbido ante sus encantos? Mariposas, falta de aliento, ausencia de lo que sucede a nuestro alrededor y demás síntomas lo sitúan como el sentimiento más intenso y misterioso, casi místico. ¿Qué lo causa? ¿Sabías que nuestro cuerpo funge un papel fundamental en el proceso?
Entre todos los aspectos positivos que conforman a los seres humanos, la capacidad de sentir es de las más valiosas. Si algo nos caracteriza es eso, y en contraste con muchas otras cosas que cambian con la historia sin importar el tiempo, los sentimientos se mantienen. ¿Por qué hoy una frase de Confucio, Cicerón, Buda o Shakespeare puede describirlos perfectamente? Porque estos no cambian. Siempre existirán factores que los despierten.
El amor es el mejor ejemplo. Su hechizo ha nublado, cegado y transformado hasta a la persona más escéptica. Si bien es maravilloso pensarlo como un halo mágico que nos circunda, no podemos ignorar el papel que en todo el embrollo juegan nuestros sentidos, órganos, sangre, hormonas, neuronas y demás sustancias corporales. Finalmente, no olvidemos que es nuestro recipiente y escudo por medio del cual percibimos el mundo. A toda reacción y cambio que surge a causa cho sentimiento, se le ha nombrado “Química del amor”. ¡Conozcamos más!
¿A qué nos referimos cuando decimos “estoy enamorado”, “me trae de un ala” o el famoso “me traen como loco”? La realidad es que no es mera retórica, el amor en verdad se siente en el cuerpo. Todas y cada una de las alusiones a los síntomas de estar en amor o desamor tienen explicación.
El embrollo parte de una serie de reacciones químicas en el cerebro por medio de las conocidas endorfinas ―dopamina, serotonina y oxitocina―, la hormona de la felicidad y el placer; misma que nos hace ver la vida tan bella como nunca. Según Quevedo: “Es hielo abrasador. Es fuego helado. Es herida que duele y no se siente” . En esta etapa reconocemos aquello que nos gusta de la persona, si nos atrae y por qué.
Este proceso suelen asemejarlo con la adicción o el trastorno obsesivo compulsivo. De hecho, en los tres casos los niveles de serotonina son similares y esto se refleja en la formación de “fuertes vínculos en nuestras mentes entre el placer y el objeto de nuestro deseo”.
Dicha reacción se encuentra directamente relacionada con los inigualables latidos del corazón, sinónimos de emoción cuando vemos a esa persona; una sensación que asociamos con lo mucho que nos gusta. Otro aspecto a resaltar es el que alude a que el amor es ciego. Pues bien, está confirmado: mientras la dopamina se produce a borbotones, la actividad de las áreas que regulan el juicio, se ve reducida y casi nula.
Lo maravilloso es que efectos como el previo o esas mejillas rosadas que colorean de manera involuntaria, surgen del sistema nervioso vegetativo y es parecido a lo que sucede cuando el cerebro detecta amenaza; el cuerpo enfoca toda su atención en el “objeto” a una velocidad máxima, que implica la producción de grandes cantidades de adrenalina y diversas hormonas del estrés.
Todo lo anterior hace que se te doblen las rodillas, sientas mariposas en el estómago, incremente tu temperatura y, por supuesto, se acelere el ritmo cardiaco, cuando esto sucede, bombea más sangre. De ahí que te sonrojes.
¿Y qué hay de los besos? Besar es uno de los grandes sellos de amor para quien lo siente. Hacerlo con y sin este sentimiento es considerablemente distinto. En principio, por lo dicho anteriormente: la producción masiva de endorfinas. Sin embargo al besar se movilizan diversas cosas.
En un beso se ejercitan 30 músculos de la cara. Se ha demostrado que además puede elevar nuestra autoestima y mejorar nuestra calidad de vida. Activa la circulación e incluso la secreción hormonal que moviliza pueden tener efecto analgésico. Pero lo mejor sobre besar es que si ya existía frecuencia cardiaca alta, en razón de la atracción y demás, el acto la dispara a niveles tales, que la tensión sanguínea llega a aislar los sentidos de la vista y el oído a los involucrados. Es decir, se vuelven sordos y ciegos por un momento.
En tanto, como bien dicen, todo lo que sube, baja, y el desamor a su vez tiene efectos. Sobre esos platicaremos más adelante. Por ahora, festejemos el Día del Amor con estos datos curiosos, los cuales te ayudarán a saber que si se te doblaron las piernitas, seguramente alguien te movió el tapete.