Diana de Gales tenía 19 años de edad cuando fue cortejeada por el entonces heredero al trono, pero para Carlos, Diana se convirtió en una válvula de escape ante la presión familiar y mediática sobre su futuro personal.
El Monarca estaba enamorado de Camila Parker Bowles, quien en ese momento estaba casada. La reina no aprobaba que su primogénito se casara con una mujer divorciada, así que la inocencia de Diana fue el salvavidas para los Windsor.
Carlos no tenía la intención de permanecer junto a Diana, pero recibió una desafiante carta de su padre: “La dejas ir o le propones matrimonio. Tu honor está en juego”.
El 29 de julio de 1981, el matrimonio de Diana y Carlos en la Catedral de San Pablo, fue visto por 750 millones de personas. Diana llegó a la casa real con la ilusión de formar una familia y de ser amada por su esposo.
Las primeras imágenes de Diana en los actos protocolarios la demostraban tímida y lejana. Su incomodidad era notable, pero de pronto todo cambió.
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La princesa Diana incomodó a la familia real varias veces
Diana decidió acercarse a la gente, de pronto todo cambió. La princesa se transformó y su presencia era vital en los eventos: el público la vitoreaba y su imagen cálida y sencilla acaparó la atención de los medios de comunicación. Diana le dio una sonrisa al mundo y recibió el cariño de millones.
Carlos no pudo contener la transformación de la princesa, a quien pareciera que todos los rumores sobre una terrible vida al interior del castillo y la infidelidad de sus esposo, fortalecían una vez que estaba frente a los ciudadanos.
Ella encontró en los temas sociales un motivo de vida, al igual que en sus hijos William y Harry. El 9 de diciembre de 1992, el entonces ministro anunció la separación de Diana y Carlos.
El 31 de agosto de 1997, Diana murió en un trágico accidente automovilístico. La investigación oficial determinó que el chófer se encontraba alcoholizado y perdió el control del vehículo debido al exceso de velocidad.
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