VIDEOS: Dos asteroides rozaron la Tierra; la NASA revela los detalles

En un reciente informe, la NASA reveló información sobre dos asteroides que han pasado peligrosamente cerca de nuestro planeta en los últimos días de junio de 2024. Estos cuerpos celestes, clasificados como “potencialmente peligrosos”, han despertado la preocupación de la comunidad científica y del público en general.

Aunque no representaron una amenaza inmediata, su proximidad hizo cuestionarnos sobre la vulnerabilidad de nuestro planeta ante los peligros del espacio exterior . ¿Estamos realmente preparados para enfrentar una amenaza cósmica de mayor magnitud? A continuación te explicamos los detalles.

El primer asteroide, denominado (415029) 2011 UL21, con un diámetro estimado entre 700 y 1.400 metros, pasó a una distancia de 2,1 millones de kilómetros de la Tierra el 18 de junio. Aunque esta distancia pueda parecer grande, en términos astronómicos es relativamente cercana, equivalente a unas 5,5 veces la distancia a la Luna.

El segundo objeto, conocido como 2024 MK, de menor tamaño pero igualmente preocupante, se acercó aún más a nuestro planeta. Con un diámetro de entre 150 y 240 metros, comparable a un campo de fútbol, pasó a tan solo 290.000 kilómetros de la Tierra el 29 de junio, apenas tres cuartos de la distancia que nos separa de la Luna.

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Es importante señalar que la NASA emplea diversas estrategias para protegernos de posibles impactos de asteroides. Una de las más importantes es la detección temprana utilizando una red global de telescopios avanzados que escanean constantemente el cielo en busca de objetos cercanos a la Tierra.

Además, la agencia espacial ha desarrollado tecnologías de desviación de asteroides. Ejemplo de ellos fue la misión DART (Double Asteroid Redirection Test), lanzada en 2021, la cual demostró con éxito la capacidad de alterar la trayectoria de un asteroide mediante un impacto cinético.

Sin embargo, si un asteroide de gran tamaño se dirigiera hacia la Tierra, las consecuencias podrían ser catastróficas. Dependiendo de su tamaño y composición, los efectos podrían variar desde destrucción local hasta cambios climáticos globales.

En este sentido, un impacto en el océano podría generar tsunamis devastadores, mientras que un impacto terrestre crearía un cráter enorme y lanzaría una gran cantidad de escombros a la atmósfera, lo que podría provocar un “invierno de impacto” global. Afortunadamente, con las capacidades actuales de detección temprana y las tecnologías de desviación en desarrollo, existe la posibilidad de prevenir tal catástrofe.

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