El chocolate, ese manjar celestial que ha conquistado los corazones de personas en todo el mundo, es objeto de una constante lucha entre el deseo irresistible y la culpabilidad. Se le atribuyen una serie de mitos y verdades que a menudo generan confusión en torno a su consumo.
Por esta razón, desentrañaremos cinco de los mitos más comunes y compartiremos las verdades detrás de este tentador alimento.
Descifrando el enigma del chocolate
El chocolate engorda:
La creencia de que el chocolate es el enemigo número uno de la dieta es uno de los mitos más extendidos. Sin embargo, la realidad es más matizada. Este dulce en sí, no es el culpable de hacerte subir de peso; la cantidad y el tipo de chocolate es lo que realmente importa.
El chocolate provoca acné:
El segundo mito nos lleva al temor de que el chocolate causa brotes de acné. Aunque en el pasado se creía que existía una relación directa entre su consumo y el acné, las investigaciones más recientes sugieren que otros factores, como la genética y el cuidado de la piel, desempeñan un papel mucho más significativo en la aparición de los “barritos”. Sin embargo, los chocolates con alto contenido de azúcar y grasa, podrían empeorar la situación para algunas personas.
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El chocolate es adictivo:
La sensación de placer al comer chocolate ha llevado a muchos a pensar que es adictivo. En realidad, la adicción es una cuestión psicológica, ya que no contiene sustancias en cantidades suficientes, como la nicotina o la cafeína, para generar una dependencia. Esta sensación se debe a la liberación de endorfinas, que ocurre cuando comemos este dulce manjar.
El chocolate blanco no es realmente chocolate:
El blanco a menudo se excluye de la categoría, debido a que tiene menos contenido de cacao que el chocolate negro o con leche.
El chocolate es malo para el corazón:
Al contrario de lo que se piensa, el chocolate negro, en particular, puede ser beneficioso para la salud cardiovascular, debido a su alto contenido de antioxidantes. Estos compuestos pueden ayudar a mejorar la función de los vasos sanguíneos y reducir la presión arterial. Sin embargo, como con cualquier alimento, la moderación es un factor clave.
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