En el contexto de la violencia de género, se define en la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia como el acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar, o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consaguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato o mantengan o hayan mantenido una relación de hecho.
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Por su parte, los agresores utilizan sustancias corrosivas hacia sus parejas, que tienen como fin: desfigurar, lisiar o cegar a la víctima de manera permanente, causándoles además del daño físico, una afectación psicológica, social y económica.
La violencia es un problema social manifestado a lo largo de la historia de la humanidad, de una forma tan frecuente, que se ha arraigado a tal punto en la cotidianidad que se ve como algo “natural”. No obstante la normalización de la violencia en sus muy diversas formas, no deja de afectar tanto física, emocional, social y económicamente a todos los miembros de la sociedad, convirtiéndose en un grave problema de salud pública que requiere de atención y medidas de prevención.
La violencia, siempre se distingue por el abuso del poder, aprovechando una estructura patriarcal a modo, sobre la cual se ubica al hombre y debajo de ella a la mujer. Con la violencia se busca controlar a la mujer, considerada inferior, frágil o débil, provocándole daño en todos los ámbitos de la vida
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¿Cómo funciona?
Al estar tan arraigada y normalizada en la sociedad, la violencia se reproduce debido a factores familiares, sociales, culturales y económicos. Los medios de comunicación, también juegan un importante papel en la reproducción y reforzamiento de violencias enmarcadas bajo estereotipos, mitos, costumbres, roles de género y micromachismos, que no hacen más que perpetuar las violencias sobre la mujer.
En la Ley Malena, la violencia física la produce el hombre, quien utilizando sustancias corrosivas entre ellas ácido clorhídrico o sulfúrico, genera un daño físico permanente a la mujer considerando que con ello logra “venganza” por su rechazo, deshonor, celos u otra emoción percibida por el atacante. Este acto es debastador para la víctima y su familia, además de profundamente injusto y violento, al afectar de por vida el aspecto físico de la mujer, su salud tanto física, psicológica, social y su tranquilida económica. De hecho, la iniciativa retoma el nombre de una mujer víctima de ataque por ácido en Huajuapan de León, Oaxaca en el año 2019.
¿Cuáles son sus causas?
Si hablamos del origen de la violencia en la pareja, es necesario hablar de la violencia patriarcal, siendo este el primer sistema de dominación y subordinación de la historia y que aún hoy, sigue siendo el sistema más poderoso y duradero de desigualdad y que menos se percibe como tal, pues se encuentra velado bajo una estructura cultural, política y social que lo soporta. Para los especialistas, es la pareja uno de los entornos más violentos para la mujer. Incluso, es más probable que una persona sea agredida o asesinada en su casa por su esposo, novio o concubino que en otro lugar o por otra persona.
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¿Cómo se previene?
En la prevención de la violencia de pareja, es indispensable poner especial atención a las primeras manifestaciones de violencia de género. La educación y las construcciones sociales que ponen en superioridad de poder al hombre sobre la mujer, dificultan que el hombre modifique sus comportamientos por razones de género. En otros casos, es indispensable tomar medidas que dificulten violentar a la mujer.
1. Prestar atención a las primeras señales de violencia en la pareja. No esperar que se vuelvan más violentas y radicales. Si es necesario, denunciar ante la autoridad.
2. Escuchar a la víctima en la familia. Es indispensable crear consciencia que buena parte de los hechos de violencia son perpetrados por familiares.
3. Crear redes de apoyo entre familiares, amistades y compañeros de trabajo. Esto dificultará que el agresor continue infligiendo violencia.
4. Confianza en las redes de apoyo. De acuerdo con datos de la ENDIREH 2021, un alto porcentaje de las mujeres que sufren violencia de género no lo comparten con nadie.
5. Cortar el pacto machista que invisibiliza la violencia de género y por el contrario, lo fortalece.
6. Crear un plan de intervención en caso de una emergencia de violencia de género. Este debe incluir números de contacto necesarios de la policía local, la línea de orientación a las mujeres en tu localidad, las personas de confianza para comunicarse a través de mensajes en clave, un lugar seguro donde refugiarse que no conozca el agresor.
