Ana vive con su esposo y con su hijo Santiago, de 12 años, quien tiene todo controlado y para ella le es imposible ponerle límites. Le hace su tarea y le dice ‘sí' a todo lo que le pide.
Ernesto, papá de Santigo, intenta poner órden en algunos momentos pero Ana no lo permite y deja que su hijo continúe haciendo lo que se le dé la gana.
Lo Que Callamos Las Mujeres| Capítulo | Ana: Mi hijo, mi rey
La hermana de Ernesto llega a su casa y le pide como favor poder quedarse unos días con ellos, pues acaba de terminar con su novio y aún no tiene dónde vivir. Ernesto acepta gustoso y la instala en el cuarto de visitas; sin embargo, cuando Santiago se da cuenta, le reclama a su mamá, pues ahí es donde juega videojuegos y hace la tarea. Le dice que necesita su espacio y en ningún otro puede hacerlo.
Aunque su tía se termina quedando en el cuarto de visitas, Ana le pide que no mueva las cosas de Santiago. Ella se extraña pero acepta.
En un partido de futbol, Santiago agrede a uno de sus compañeros y comienzan a pelearse. Las demás mamás le dicen a Ana que su hijo es agresivo, pero ella lo defiende y dice que fue una jugada sin intención de lastimar a los demás.
La mamá del niño agredido, que también es amiga de Ana, habla con ella y le dice que necesita pedir ayuda para poder controlar a su hijo, pues necesita límites que no se le están poniendo, hecho que los ha llevado a ella y a su esposo a tener un hijo con el Síndrome del emperador y le explica lo que es. Aunque Ana no dice nada al respecto, sabe que su hijo encaja en la descripción de ‘niño tirano’.
Harto de que su tía esté en el cuarto de invitados y haya llegado a alterar su poder en la casa, Santiago va con su mamá y le reclama, pero como ve que su mamá no le hace caso por estar en una junta de trabajo en línea, cierra la computadora y se tira al piso gritando para asustarla y ella le diga que sí, hecho que logra inmediatamente.
Los papás de Santiago se pelean esa misma noche, pues la tía ya está durmiendo en el sillón y Ana le dice a Ernesto que parte de la culpa la tiene él, pues ella intenta consentir a Santiago en todo para cubrir la carencia de tiempo de parte de él con su hijo; pero Ernesto le termina diciendo que necesitan hacer algo con Santiago, ya que el exceso de cariño también es un problema y su hijo se está convirtiendo en una persona tóxica para la familia.
Al escucharlos pelear, la tía va con Santiago a decirle que no está bien que sus papás peleen por su culpa, que él lo puede solucionar cambiando su actitud, sin embargo, él le dice que no está dispuesto a cambiar todo lo que tiene material, y en poder, por portarse bien. Asustada por la respuestas, su tía va a hablar con su hermano al respecto.
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Ana y Ernesto acuerdan buscar ayuda para sacar adelante a su familia, y él asume su responsabilidad, pues a pesar de que él sabe que la actitud de Santiago nunca ha sido buena, tampoco le ha ayudado a Ana a poner límites.
El especialista les confirma que Santiago tiene el síndrome del emperador, y necesitan tener mucha fuerza de voluntad para que él pueda salir adelante. Por lo que en la primera oportunidad, Ana decide ponerle reglas a Santiago y cumplir con castigos, hecho que desconcierta a Santiago pero le hace entender que ya nada volverá a ser igual.
Ante esto, Ana habla con él y le explica que todo cambiará pero para su bien y el de la familia. Él parece entender y poco a poco demuestran que su relación mejora.
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