De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hipersexualidad es un impulso sexual excesivo. También denominada conducta sexual compulsiva, ésta es descrita como una repentina elevación de la libido que provoca la necesidad ineludible de tener sexo, acompañada de pensamientos y fantasías sexuales, que no dan oportunidad a otras actividades o pensamientos que no estén relacionados con el sexo y el deseo.
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La hipersexualidad o conducta sexual compulsiva, anteriormente llamada ninfomanía era para algunos especialistas, un trastorno mental, aunque en fechas recientes se ha corregido este estatus al de conducta en el que el comportamiento sexual se sale de los parámetros de lo “habitual” para volverse un deseo incontrolable y constante.
Si bien el deseo sexual es normal y saludable, cuando este comienza a ocasionar malestar a la persona y afecta negativamente sus actividades cotidianas, es que se considera un problema que requiere de atención profesional.
¿Cómo funciona?
Si bien cualquier persona, independiente de su sexo biológico, puede padecer de hipersexualidad, en el pasado el término se orientó vagamente para señalar un alto nivel de deseo sexual en la mujer, demostrando más allá, actitudes culturales negativas hacia la sexualidad de ellas, que históricamente ha sido reprimida e incluso vista como indebida y socialmente criticable. En la hipersexualidad, se observa una alteración psicopatológica frecuentemente asociada a cuadros emocionales, psiquiátricos y neurológicos, que ocasionalmente se presenta como un síntoma importante del paciente, considerándose como una alteración de la conducta mental, que impacta el desarrollo cotidiano de la persona, provocando inestabilidad afectiva, social, laboral, académica, etc.
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¿Cuáles son sus causas?
De acuerdo con Kafka y Reid, las causas que dan pie a la hipersexualidad señalan una intención o estrategia de escapar, hacer frente o evitar emociones no deseadas, así como el hecho de que su práctica proporciona cierto alivio emocional que es momentáneo o transitorio, ya que poco tiempo después vuelve la culpa y la vergüenza por realizar este tipo de comportamiento sexual. Kafka y Reid agregan que tanto las emociones como el comportamiento sexual interactúan y se retroalimentan, por lo que quien lo padece se interna en un ciclo en el que el sexo se vuelve en la única forma de controlar el malestar que le genera su propio comportamiento sexual.
También se han relacionado a esta conducta, causas bioquímicas en el cerebro, asociadas a trastornos bipolares, trastornos de adicción al alcohol y droga y coyunturas de crisis emocional.
¿Cómo se previene?
En la actualidad, la diversidad de fuentes de información y el estilo de vida que exaltan los atributos sexuales de las personas por encima de otras cualidades, promueven la práctica sexual como parte del sistema social y cultural vigente. Medios de comunicación, redes sociales, estilos musicales, son ejemplo de elementos que promueven un comportamiento hipersexual.
Para prevenir esta conducta, se puede contemplar:
Evitar el acceso a contenido sexual. El internet y las redes sociales, han vuelto sencillo el acceso a información y contenido de carácter sexual de una manera poco saludable y sin orientación alguna.
Privacidad. Al mantener en discreción este tipo de prácticas sexuales compulsivas, es fácil que estas empeoren con el tiempo, sin que exista algún tipo de ayuda u orientación de terceros o profesionales que puedan auxiliar en su reducción y corrección.
Evitar el uso y abuso de drogas y alcohol.
Mantenerse alerta si se padece alguna enfermedad de salud mental.
Prestar atención si se tiene antecedentes de abuso sexual o maltrato físico.
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