Esperanza acabar de dar a luz a su segundo hija, al principio está muy emocionada pero todo cambia cuando se percata de que la pequeña no está respirando y el doctor le avisa que sus pulmones no se desarrollaron bien y tienen que llevársela a la incubadora para ayudarla. Su esposo Martín está al pendiente de todo lo que pasa en la llegada de su hija, pero también se preocupa al ver esta acción.
Esperanza y Martín están en casa junto a su hijo Martincito y su hija Milagros, creen que todo marcha bien pero se dan cuenta que su pequeña duerme mucho, aunque eso los alerta bastante, no quieren ser alarmistas y tratan de dejarlo pasar. Esperanza decide llevar a Milagros al doctor, donde le explican que puede tener un retraso, pero le piden esperar para poder dar un diagnóstico. Esperanza está muy preocupada, ahora tiene que estimular a Milagros y llevarla a Neurología, sabe que algo anda mal con su bebé.
Esperanza le cuenta a Martín lo que le dijeron en el doctor y Martín enfurece, no con ella, sino con la vida; no puede creer que ellos tengan que estar pasando por los tragos amargos que viven ahora. Ambos comienzan a tratar de estimular a su pequeña, tienen todas las ganas de que Milagros reaccione y sea cada vez más ágil con sus movimientos. La fe y la esperanza vuelve a ellos, aunque no por mucho tiempo.
Esperanza busca una guardería donde puedan aceptar a su pequeña, pero desgraciadamente en todas la rechazan, no se quieren hacer responsables de una niñita como Milagros. Esperanza está desesperada, tiene miedo de lo que pueda pasar. Esperanza acude a la iglesia, donde le pide a la Virgen que la ayude, se siente frustrada por la situación que tiene que vivir. Ahora que Milagros tiene que recibir terapia todo el tiempo, Martín y Esperanza tienen que idear cómo administrarán sus tiempos para cuidarla y atenderla.
Esperanza se la lleva a trabajar, no pierde las fuerzas para que su pequeña esté cada vez mejor y pueda salir adelante. Ahora tiene una carga más en su vida, pues le acaban de avisar que su esposo Martín falleció en el trabajo y tiene que hacerse cargo ella sola de sus dos pequeños.
Después de tantos estudios, a Milagros le han diagnosticado parálisis cerebral; Esperanza poco a poco acomoda sus tiempos para atender a sus pequeños, le echa los kilos a todo para sacar adelante a Milagros. Poco a poco, logra hacer que Milagros camine, algo que Esperanza nunca se imaginó que lograría su hija. La emoción le estalla en su rostro, su hija progresa cada día. Aunque ahora Martín es el que le preocupa, pues se la pasa peleando en la escuela y el director de la misma la manda a llamar.
Martín se la pasa peleando en la escuela porque sus compañeros hablan mal de su madre, no quiere que le falten al respeto a Esperanza, quien se la pasa trabajando y esforzándose por sacar adelante a sus hijos. Esperanza se desvanece un día en su casa, Martín se preocupa bastante de lo que pasa con su madre; en el doctor le dicen a Esperanza que tiene anemia y que se debe de cuidar para ponerse fuerte y poder atender a sus hijos, especialmente a la pequeña Milagros.
¡Al paso de los años, Milagros ha aprendido a hablar! Ahora lo que quiere es correr, pues van muy seguido a un parque donde ve a pequeños atletas que se la pasan entrenando. Martín quiere ayudarle a su hermana a aprender a correr, la quiere mucho y sabe que si le echan ganas juntos pueden lograrlo. Esperanza no deja de llevar a Milagros a las terapias semanales, donde poco a poco le enseñan a caminar.
Después de años de terapia, Milagros es una joven que estudia e incluso ayuda a su familia en el negocio de dulces. Un día unos rateros quieren robarle el dinero juntado de los dulces, pero Milagros los detiene, al poco tiempo llega su hermano Martín para ayudarle y correr a los rateros de ahí. Milagros no quita el dedo del renglón en querer correr; aunque Esperanza no está segura de que sea buena idea, como siempre, apoya a su hija en todo lo que quiere.
Cuando llegan al deportivo donde Milagros quiere entrenar, el entrenador del equipo no quiere que se quede, pero Esperanza se interpone y le advierte que no dejará que su hija no pueda cumplir ese sueño que tanto quiere. Después de ver la gran garra de Milagros, el entrenador decide apoyarlas y ayudarlas para que logren su cometido.
Después de mucho tiempo de entrenamiento, así como de muchas ganas por cumplir su sueño de correr una carrera, Milagros logar correr y gana una carrera. Ahora Esperanza sabe que los años de esfuerzo tanto de ella como de su hijo Martincito, han rendido frutos y han hecho que Milagros pueda tener una vida mejor y pueda ser más independiente.