El Trastorno de Oposición Dominante (TOD) suele diagnosticarse desde la infancia y está fuertemente relacionado con las figuras de autoridad en la vida de la persona menor, como lo es el padre o la madre, a veces la docencia en la escuela. Al Síndrome del Emperador/a se le conoce también como “el niño o la niña tirano/a”, debido a los comportamientos rebeldes, autoritarios, desobedientes y caprichosos en niños, niñas o adolescentes, que buscan mantener el control o dominio sobre sus padres, madres o figuras de autoridad, para obtener siempre lo que desean. Cuando los padres se reúsan a su voluntad, la persona menor suele manipularles a través de comportamientos que les orillan a aceptar la decisión de aquel o aquella.
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¿Cómo funciona?
Si bien los síntomas de este trastorno se presentan de manera distinta en cada caso, existen algunos síntomas que se presentan comunmente.
- Ansiedad, frustración y estallidos de enojo descontrolado de manera frecuente en lugares públicos y frente a personas desconocidas.
- Autoritarismo de la persona menor al pedir que sea le complazca en algo.
- Egoísmo, no desea compartir sus cosas con sus pares.
- Sentido de propiedad, consideran que todo lo que les rodea es propio.
- Demandan una atención desmesurada de los padres, madres o de quienes les rodean.
- Dificultad para relacionarse con otras infancias o con otras figuras de autoridad.
- No respetan normas y las debaten constantemente.
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¿Cuáles son sus causas?
Aunque aún no se saben con precisión las causas que originan este trastorno, existen dos teorías que apuntan a un problema en la relación entre las infancias y sus figuras de autoridad más próximas.
Una de estas teorías indica que el trastorno inicia en la infancia temprana, en niños o niñas que se les dificultó independizarse y hacerse autónomos de aquellas personas con las que tenían lazos emocionales más fuertes. El comportamiento desobediente y reaccionario surge por la falta de solución a esos problemas de desarrollo normales que no se resolvieron debidamente.
La otra teoría refiere que las actitudes rebeldes y de control del infante o adolescente son aprendidas y reflejo de las técnicas negativas de los padres, madres o figuras de autoridad. El uso del refuerzo negativo se considera que incrementa la tasa e intensidad de comportamientos de oposición del niño, niña o adolescente al lograr la atención, tiempo y preocupación e interacción deseados con la familia.
¿Cómo se puede atender?
El primer paso es diagnosticar el problema. Para ello, es indispensable que una persona profesional de la salud realice una evaluación con base en el historial detallado del comportamiento del niño, niña o adolescente, observaciones clínicas y exámenes psicológicos para emitir un diagnóstico médico.
Una vez confirmado el síndrome, el tratamiento puede incluir psicoterapia con el infante o adolescente, terapia familiar, terapia grupal de pares (enfocada al desarrollo de destrezas sociales e interpersonales), así como medicamentos.
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