La evolución del COVID-19 continúa trayendo sorpresas, y la más reciente es la aparición de la variante KP.3. Esta nueva subvariante de la cepa Ómicron se ha establecido como la dominante en Estados Unidos, representando más del 30% de los casos actuales.
¿Cuáles son los síntomas de KP.3, la nueva variante de COVID-19?
La variante KP.3 comparte muchos síntomas con otras variantes de COVID-19. Entre los síntomas más comunes se encuentran la fiebre, el malestar general, la fatiga y el dolor de cabeza. También se han reportado casos con tos persistente, dolor de garganta y molestias musculares y articulares.
¿Qué secuelas podemos tener en los pulmones después del Covid-19?
Estos síntomas pueden aparecer en personas de todas las edades y son similares a los experimentados con otras variantes de Ómicron, aunque pueden variar en intensidad y duración. Es importante tener en cuenta que KP.3 puede afectar incluso a quienes ya hayan pasado por una infección con la variante JN.1, especialmente si su último contagio ocurrió hace varios meses.
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¿Qué tan peligrosa es la variante KP.3 de COVID-19?
A pesar de su rápida propagación, la variante KP.3 no se considera particularmente peligrosa para la mayoría de la población. Sin embargo, sigue siendo una amenaza significativa para los grupos más vulnerables como las personas mayores y aquellas con condiciones de salud subyacentes.
Las mutaciones genéticas en la proteína Spike de KP.3 le permiten evadir parcialmente la inmunidad adquirida por infecciones previas o vacunación, lo que puede llevar a un aumento en los casos de reinfección. No obstante, hasta la fecha no se ha observado un aumento significativo en la severidad de la enfermedad causada por esta variante en comparación con otras cepas.
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¿Cómo evitar contagiarte de KP.3, la nueva variante de COVID-19?
No obstante, para prevenir la infección con la variante KP.3 es fundamental mantener las medidas de protección recomendadas. El uso de mascarillas en espacios públicos cerrados y concurridos sigue siendo una de las estrategias más efectivas; además, es importante lavarse las manos con frecuencia y utilizar desinfectantes a base de alcohol. Evitar lugares con poca ventilación y mantener el distanciamiento social también son prácticas recomendadas para reducir el riesgo de contagio.