Durante los primeros días en la casa de La Academia, los concursantes han comenzado a formar lazos fuertes, tanto de amistad como de algo más profundo. Esta cercanía ha llevado a que los académicos empiecen a poner apodos a ciertos participantes, creando un ambiente más cercano y de confianza. Uno de los apodos que ha llamado más la atención es el que le dieron a Julio: “El niño dios”.
Este apodo se debe al notable parecido que, según sus compañeros, tiene con la figura religiosa del niño dios, pues Julio comparte rasgos físicos como lo son su cabello rizado y castaño, así como facciones infantiles que evocan a la representación tradicional de esta figura. Sin embargo, el apodo también refleja una conexión más profunda entre Julio y sus compañeros.
El niño que quería ser adulto
A pesar de su apariencia juvenil y su energía positiva, Julio ha revelado recientemente aspectos dolorosos de su pasado. Durante una cena, abrió su corazón y contó a sus compañeros sobre lo dura que fue su infancia.
Explicó que, desde pequeño, deseaba ser adulto para no ser una carga para su familia. Por ello, se privó de comportarse como un niño, adoptando una actitud más madura en su manera de vestir, caminar y hablar. Esta actitud, aunque bien intencionada, le dejó recuerdos tristes y un sentimiento de pérdida por no haber disfrutado su niñez.
Julio, ahora apodado “El niño dios”, ve La Academia como una oportunidad para crecer y sanar viejas heridas. Ha tomado el apodo con gracia y lo ha transformado en una fuente de motivación, buscando superar las dificultades de su pasado y dar lo mejor de sí en el escenario. En este proceso, espera no solo brillar como artista, sino también encontrar una nueva forma de expresar su verdadero yo.