El cerebro humano es un órgano asombrosamente complejo, cuyo funcionamiento depende de varios factores como la nutrición, el descanso y la actividad física. Entre las muchas funciones cognitivas que desempeña, una de las más relevantes es la memoria espacial, que nos permite orientarnos y recordar lo que nos rodea. Diversos estudios han demostrado que realizar ejercicio tiene un impacto positivo en la salud cerebral, mejorando no solo nuestras capacidades cognitivas, sino también el bienestar general.
¿Cómo influye el ejercicio en la memoria?
La memoria espacial es una función cognitiva fundamental para la orientación y el manejo del entorno que nos rodea. Según la Universidad de Almería (España), esta habilidad permite recordar la disposición de los objetos y ubicaciones en el espacio, y es esencial para llevar a cabo tareas cotidianas como conducir, caminar por la ciudad o incluso localizar un objeto en nuestra casa. Esta actividad cerebral no es un proceso aislado, sino que depende de una red compleja de áreas de la cabeza. Sin embargo, ¿qué puede hacer el ejercicio físico para potenciarla?
Recientemente, expertos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en Argentina, llevaron a cabo un estudio que reveló que realizar tan solo 25 minutos de ejercicio en bicicleta fija mejora significativamente la memoria espacial. Los investigadores utilizaron un test virtual para evaluar la función cognitiva de los participantes antes y después del entrenamiento. Los resultados indicaron que esta sencilla actividad, accesible y no invasiva tiene un impacto positivo en la mejora de esta capacidad cognitiva, lo que podría tener implicaciones tanto para personas sanas como para quienes padecen trastornos neurodegenerativos.
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¿Qué otros beneficios puede aportar el ejercicio para la salud del cerebro?
El ejercicio no solo mejora la memoria espacial, sino que también tiene beneficios amplios para la salud cerebral. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la actividad física regular mejora las habilidades de pensamiento, juicio y aprendizaje, lo que contribuye a una mejor salud mental y bienestar general. La investigación también subraya que la actividad física favorece la circulación sanguínea, lo que proporciona a las células cerebrales los nutrientes y el oxígeno que necesitan para funcionar de manera óptima.
Además, el ejercicio físico tiene un impacto positivo en la prevención y el manejo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. En este contexto, el director del estudio mencionado, Pedro Bekinschtein, destacó que los resultados obtenidos podrían ayudar a mejorar los tratamientos clínicos para estas condiciones, ya que el entrenamiento puede ser una estrategia preventiva y terapéutica no farmacológica para la pérdida de memoria relacionada con el envejecimiento.