Algunas veces, los padecimientos más peligrosos y hasta mortales para el ser humano se hacen presentes de una forma sigilosa. Por ejemplo, el infarto cerebral maligno o infarto hemisférico maligno (IHM) cuyo primer síntoma es un simple dolor de cabeza que inicia de manera repentina pero muy intenso.
El infarto cerebral maligno se trata de una afección del tipo ictus isquémico que se concentra en la arteria cerebral media, por lo que, el paciente podría tener consecuencias negativas si recibe el tratamiento convencional. Y es que, a diferencia de otros accidentes cardiovasculares, en el IHM tiene lugar un edema cerebral que provoca una distorsión de las estructuras encefálicas.
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Por su parte, según explican especialistas en Neurología, el edema cerebral es una patología en la que surge una acumulación anormal de agua y solutos en una zona del cerebro. Así, esta puede transformarse en una lesión que abarca un gran espacio y ejerce presión en la cavidad hasta provocar el infarto cerebral maligno.
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¿Cómo puedes reconocer un infarto cerebral maligno?
En un principio, el infarto cerebral maligno puede ser confundido con un infarto cerebral ordinario, por lo que, con más razón hay que reconocer bien cuáles son las señales que alertan que se trate de un posible infarto hemisférico maligno.
Anteriormente, mencionamos que un dolor de cabeza repentino y muy intenso es una de las primeras alertas. No obstante, se vuelve más evidente que se trate de un infarto cerebral maligno porque el dolor empeora si te acuestas boca arriba, cambias de posición o haces algún esfuerzo.
De igual forma, los pacientes pueden manifestar confusión, pérdida de memoria y conocimiento, incluso pueden llegar hasta el coma por la somnolencia que sienten. También, entre las señales de un infarto cerebral maligno se encuentra el sufrir problemas con la vista, dificultad para leer y escribir, hormigueo en un lado del cuerpo y cambios emocionales.
Por último, una persona que experimenta síntomas de un IHM en las primeras 24 horas también podría sentir náuseas, vómito, hipertermia y debilidad severa en la pierna.
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