Según el mayor estudio sobre felicidad humana realizado en el mundo, lo que realmente nos hace felices no es el dinero, la salud ni el éxito, sino las relaciones personales que forjamos con quienes nos rodean. Este estudio pionero de la Universidad de Harvard, dirigido por el psiquiatra Robert Waldinger y el psicólogo Marcs Schulz, se presenta en el libro “Una buena vida” de Editorial Planeta. En sus páginas, los autores revelan otro hallazgo significativo de la investigación, el cual se refiere a la etapa más feliz del ser humano. A continuación, te contaré a qué edad solemos experimentar esa felicidad máxima.
¿Cuándo somos más felices?
El estudio de Harvard analizo la trayectoria de la felicidad en más de 700 personas a lo largo de más de 80 años, sugiriendo que la etapa más feliz del ser humano puede llegar una vez cumplidos los 60 años. Waldinger interpreta esto como una consecuencia del aprendizaje acumulado a lo largo de la vida, donde cada experiencia contribuye a una mayor comprensión y apreciación de lo que realmente importa.
Es a partir de esta edad cuando empezamos a ser conscientes de las limitaciones y la realidad de la mortalidad, dos aspectos que intervienen en el aumento de la felicidad. Según el profesor de Harvard, esto sucede porque las personas tienden a deshacerse de obligaciones y relaciones insatisfactorias. Asimismo, el cerebro, al priorizar la positividad y el aprendizaje continuo, juega un papel crucial en este incremento del bienestar emocional.
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¿Qué puedo hacer para ser más feliz en el presente?
Basados en la ideología de que la máxima felicidad se logra a partir de las relaciones personales que forjamos con quienes nos rodean, los autores del estudio de Harvard sugieren que, para ser feliz en el presente, es fundamental prestar atención a cómo nos conectamos con las personas a nuestro alrededor.
A menudo, nos concentramos tanto en lo que tenemos frente a nosotros que nos resulta difícil entender y relacionarnos con los demás. Dar un paso atrás para ver el panorama completo y situarnos a nosotros mismos y a quienes nos importan dentro del contexto de una vida larga puede ser una excelente manera de fomentar la empatía y la comprensión en nuestras relaciones.
Además, este enfoque nos ayuda a evitar algunas de las frustraciones que experimentamos debido a los demás. Al recordar que nuestras percepciones sobre la vida varían según la etapa en la que nos encontremos en el ciclo vital, podemos profundizar nuestra conexión con los otros. Esta perspectiva no solo mejora nuestras interacciones, sino que también nos permite apreciar mejor el viaje compartido de la vida.
