La felicidad es compleja de definir, ya que es diferente para cada persona. Sin embargo, la cultura japonesa tiene mucho para enseñar sobre el bienestar y la felicidad. Por ejemplo, el World Happiness Report en su portal digital, advierte que los asiáticos tienen tres hábitos que promueven un estilo de vida equilibrado y traen felicidad a la vida diaria. Pero, ¿cómo ser una persona feliz, según los japoneses? Aquí te lo platicamos.
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¿Cuáles son los hábitos para ser una persona feliz, según los japoneses?
Incorporar algunos de estos hábitos a la rutina cotidiana podría aumentar la felicidad e influir en el bienestar general.
Por un lado, tenemos al Shinrin-Yoku o “baño de bosque”. Se trata de un hábito que consiste en relacionarse profundamente con la naturaleza, pasando al menos 15 o 30 minutos al día en este tipo de entornos para reducir el estrés, despejar la mente y mantener una actitud positiva.
Del mismo modo, el Ikigai es un hábito que busca descubrir el equilibrio entre tu pasión, vocación, misión y profesión. A pesar de que este proceso puede ser complejo y llevar tiempo, identificar estos puntos fuertes puede traer una gran satisfacción y felicidad.
Por último, el Omotenashi es un hábito relacionado con la hospitalidad, pero de una manera que beneficia tanto al anfitrión como al huésped. Se trata de tener un tipo de cortesía excepcional combinada con el deseo de mantener la armonía y evitar conflictos. Según el profesor Wataru Uemoto de la Universidad Sangyo de Kioto, la amabilidad con otras personas diariamente puede ser una fuente constante de felicidad.
¿Qué es la felicidad?
Como ya decíamos, la felicidad es diferente para cada persona, ya que depende mucho de su perspectiva e intereses. Sin embargo, la búsqueda de lo que implica ser feliz no es tema nuevo y ha tenido seguimiento desde la época de los grandes filósofos como Aristóteles.
Dichas acciones humanas están sustentadas en el pensamiento, la justicia y la razón. En este sentido, identifica tres formas de vida que buscan la felicidad y estas son: la satisfacción de los impulsos o placer, la vida política que busca el honor y la riqueza. Y, por último, la vida contemplativa que es la forma más alta, en donde el individuo ya actúa de manera puramente racional y entiende que la felicidad es un fin en sí mismo.
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