La anemia se desarrolla cuando el cuerpo no obtiene suficiente cantidad de sangre rica en oxígeno, según el portal de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. En otras palabras, la sangre produce una cantidad de glóbulos rojos sanos inferior a la normal y, por consiguiente, las personas que la padecen se sienten cansadas, débiles, con dificultad para respirar, mareadas, con dolores de cabeza y con latidos cardíacos irregulares, entre otras cosas más.
La anemia no es más que una enfermedad que puede ocurrir de forma repentina o con el paso del tiempo, ya sea por una mala dieta, la ingesta de ciertos medicamentos o por otra afección médica. Ahora bien, entre los distintos tipos de anemia que existen los más conocidos son: anemia por deficiencia de hierro, anemia por deficiencia de vitamina B12 y anemia hemolítica; no obstante, la más común es la primera antes mencionada. ¿Por qué?
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¿Cuáles son los síntomas de la anemia?
Cuando la anemia es leve, hay personas que no presentan síntomas; sin embargo, los más generales de esta enfermedad son similares en sus diferentes tipos y se trata de los siguientes:
- Debilidad.
- Palidez.
- Cansancio.
- Escalofríos.
- Cierta dificultad para respirar.
- Dolor de cabeza.
- Mareos y desmayos.
- Sangrado.
- Ictericia o, bien, coloración amarillenta de la piel.
¿Cómo es el tratamiento de la anemia?
El tratamiento de la anemia depende mucho de sus causas y gravedad; por ejemplo, si es leve, no requiere de uno. Contrariamente, si es causada por algún medicamento u otra afección médica, los especialistas podrían cambiar el mismo para detenerla lo más pronto posible.
A su vez, el doctor podría recetar medicamentos para incitar a que la médula ósea genere más cantidad de glóbulos rojos. En caso de que la anemia sea leve a moderada, es muy posible que recomienden suplementos de hierro y de vitaminas B12.
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