Muchos hablan de ellos, pero pocos conocen qué son, por ello aquí te presentamos 5 terribles de los agujeros negros, mismos que ponen en peligro a la Tierra.
La NASA, el ente más reconocido en el mundo sobre la materia, afirma que los agujeros negros son objetos astronómicos con una atracción gravitatoria tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de ellos. Independientemente de una definición, existen ciertos hechos que pueden ayudar a comprender mejor la magnitud e influencia de estos objetos en el Universo.
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¿Cuáles son los 5 terribles datos de los agujeros negros que ponen en peligro a la Tierra?
Lo primero a saber es que los agujeros negros se originan por los restos de una gran estrella que muere en una explosión de supernova. Esto ocurre con “gigantes luminosos” que llegan a superar hasta por tres veces la masa del Sol. Por otro lado, de las colisiones estelares surgen agujeros aún mayores. Continuando con datos, estos objetos están compuestos de dos partes. La primera de ellas corresponde al horizonte de sucesos. Este se puede considerar como la superficie del objeto, aunque es, en realidad, el punto en que la gravedad resulta demasiado fuerte para que algo escape.
En función del tamaño, los agujeros negros se clasifican en Estelares, Intermedios y Superlativos. Los primeros tienen entre tres y 100 masas solares; los segundos de 100 a 10 mil; y los terceros son todos aquellos que están arriba de la última cifra. Aunque se crea que un objeto tiene que caer justamente en la “boca”, u horizonte de sucesos, para ser atrapado por el agujero. Las estrellas y otros cuerpos celestes pueden orbitar alrededor de estas entidades cósmicas sin ser engullidas, a menos de que algo perturbe su movimiento.
Y finalmente, quién predijo la existencia de estos objetos fue Albert Einstein en 1916. Años más tarde se descubrió Cygnus X-1, el primer agujero de este tipo visto por los científicos. La historia del hallazgo comenzó en 1964, cuando un grupo de astrónomos vieron los primeros indicios de Cygnus X-1 al notar fuentes celestes de rayos X mediante un cohete de sondeo. Luego, en 1971, se determinó que las emisiones procedían de una estrella azul brillante.