Nicolás Maduro está contento, porque con el retorno de la izquierda a América del Sur, ahora lo vuelven a querer. Ya no es el aislado del grupo.
Y para sellar esa amistad, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, nombró embajador en Caracas.
Después de tres años Bogotá manda a su representante.
De hecho, Armando Benedetti ya duerme en tierras de Bolívar, el libertador. Maduro lo recibió bien vestido en su enclave: Miraflores, el Palacio de Gobierno.
Es un hombre al que le gusta estar bien con dios y con el diablo. Benedetti es un hombre que se ha sabido relacionar con el poder.
Como congresista apoyó primero el gobierno de Álvaro Uribe, un fuerte opositor político de Petro. Luego, respaldó la candidatura del siguiente presidente Juan Manuel Santos.
Y Durante el gobierno de Duque, Benedetti mantuvo distancia con el entonces presidente y luego se unió a Petro en su aspiración a la presidencia.
Es un político que viene de los partidos tradicionales y no de la izquierda, como Petro.
Pero si ha dejado claro que, si mañana Bugs Bunny entra en la carrera presidencial, ahí veremos a Benedetti.
¿Se parece a alguien cercano?
Hay muchos así, porque el poder obsesiona.
Por ahora su misión es calentar relaciones, ganarse la confianza de Nicolás Maduro y utilizarlo para beneficio del movimiento Gustavo Petro.
La tienen clara: quieren reactivar la economía fronteriza. Que Venezuela sea intermediario en las negociaciones con la guerrilla del ELN. Reactivar el proceso de extradición entre ambas naciones, que en este momento está paralizado.
Mientras que Venezuela, lo único que quiere es que extraditen desde Bogotá a una docena de políticos opositores exiliados y asilados que huyeron del régimen de Maduro.
Es apenas el inicio de un nuevo comienzo para estos países hermanos con una historia, innegablemente, en común.
Es apenas el primer paso para normalizar las relaciones.
Es un respiro para Nicolás Maduro.
