¿Un engaño para los alumnos? La otra cara de las Universidades del Bienestar en México

Las Universidades del Bienestar prometían innovación educativa y un futuro mejor para las comunidades, pero todo quedó en palabras y no en hechos.

Por: Edgar Galicia- Iveth Ortiz

Hace ocho años, el gobierno federal solicitó permiso para la construcción de una de las Universidades del Bienestar Benito Juárez en una pequeña comunidad de Quintana Roo.

Un proyecto educativo que en papel, tenía como objetivo permitir que miles de estudiantes cursaran una carrera universitaria de manera gratuita. Pero, la realidad a la que se enfrentan los estudiantes es muy diferente: planteles incompletos, escasez de maestros y la falta de garantías para obtener un título al finalizar sus estudios.

Los comuneros, por su parte, también donaron hectáreas de terreno con la esperanza de que estas instituciones educativas trajeran desarrollo y oportunidades al pueblo. Sin embargo, una vez más, todo quedó en palabras.

Universidades del Bienestar: ¿Un fiasco para los pobladores en Quintana Roo?

Ante el inminente proyecto que con la palabra “bienestar” atraía esperanza, 802 ejidatarios decidieron donar 10 hectáreas de terreno, sin cobrar un solo quinto, confiando en que la universidad transformaría la región y mejoraría la calidad de vida de sus habitantes.

A pesar de la buena voluntad de los ejidatarios, la construcción de la universidad no estuvo exenta de problemas. Desde el principio, las irregularidades empezaron a salir a la luz.

Durante dos años, los estudiantes se enfrentaron a un constante caos administrativo, ya que no se les entregaron cédulas ni títulos de egreso, lo que complicó su incorporación al mercado laboral.

“Tres generaciones de estudiantes no les llegó su título con tiempo y forma. Eso empezó a generar molestia a padres de familia y los mismos estudiantes”. narró Paulino Pat Poot, Presidente Comisariado Ejidal.

Pocos maestros y pocos salones en la Universidad del Bienestar en Quintana Roo

A cinco años de iniciada la construcción, la Universidad del Bienestar sigue siendo una sombra de lo prometido. Actualmente, solo dispone de cuatro salones para más de 330 estudiantes que están matriculados en apenas dos carreras. Una de ellas es la carrera de Enfermería, que enfrenta un grave déficit de recursos, personal y equipamiento.

“El terreno ya lo donamos, pero si no funciona, nosotros también tenemos el deber, el derecho de exigir que haya una buena administración”, comentó Zacarías Poot, suplente comisariado ejidal. “Que tengamos académicos preparados, no de tercera ni de cuarta”, añadió con firmeza.

Con solo tres maestros, los jóvenes enfrentan serias dificultades para adquirir los conocimientos y habilidades necesarias para ejercer de manera profesional. Además, aún no se han establecido convenios con hospitales para las prácticas profesionales.

¿Las Universidades del Bienestar son un fraude?

La mayor indignación de los ejidatarios radica en la falta de atención de las autoridades responsables. A pesar de haber enviado oficios durante dos años explicando todas las irregularidades, no recibieron respuestas.

La responsable de las Universidades del Bienestar, Raquel Sosa, solo acudió una vez, pero en lugar de resolver los problemas, simplemente se limitó a regañar a los ejidatarios, acusó uno de los habitantes.

“Que le pongan mucha seriedad, que no jueguen con el destino de nuestras nuevas generaciones”, reclamaron los ejidatarios, quienes exigen una solución pronta a los problemas educativos y administrativos de la universidad.

Mientras tanto, los ejidatarios de la región siguen esperando que el gobierno cumpla con el compromiso de ofrecer una educación de calidad que beneficie a las nuevas generaciones.

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