Durante la noche del 14 de abril y las primeras horas del 15 de abril de 1912 se consumó el que quizás es el naufragio más famoso de la historia: el Titanic.
Esta embarcación llena de lujos fue anunciada como “el barco insumergible”, pero un iceberg durante su viaje inaugural, de Liverpool a Nueva York, cambió la historia por completo. A continuación te presentamos algunos datos sobre esta embarcación y la tragedia que la rodea:
Una embarcación colosal
El Titanic era uno de los tres trasatlánticos de Clase Olympic de la compañía naviera White Star, fabricada por Harland & Wolff, de Belfast, Irlanda del Norte, y sus medidas eran las siguientes:
- Eslora: 267 metros
- Manda: 28 metros
- Longitud: 270 metros
- Altura: 52 metros
- Peso: 52 mil 319 toneladas
- Máxima velocidad crucero: 22.5 nudos (42 km/h)
- 55 mil caballos de fuerza
El barco “insumergible”
El Titanic se convirtió en el barco insignia de la compañía White Star desde antes de zarpar, gracias a los innovadores sistemas de seguridad de aquella época.
La embarcación, diseñada por el ingeniero Thomas Andrews, contaba con todo tipo de lujos para que los ricos se sintieran más ricos, mientras que los pobres pudieran olvidarse de su situación precaria al menos por unos días. Los especialistas afirmaban que si una persona se paraba sobre una de las alfombras del Titanic durante un hundimiento, el agua sólo llegaría hasta las rodillas.
Entre las medidas de seguridad utilizadas en el barco estaba un casco de doble fondo dividido en 16 segmentos, algo novedoso para la época y lo que dio origen al sobrenombre de “insumergible”, pues el Titanic era capaz de navegar seguramente con cuatro de estos compartimientos hundidos. La realidad fue mucho peor de lo que se había previsto.
Un incidente que pudo cambiar todo
Titanic partió del puerto de Southampton con un incidente que pudo cambiar la historia por completo. Cuando abandonaba el muelle, un pequeño barco de vapor, el New York, fue arrastrado por la masa de agua que dejó el colosal barco. Las amarras del New York se rompieron y comenzó a virar sin que se pudiera controlar hasta que la popa quedó de frente al Titanic. De alguna manera, la tripulación del pequeño navío consiguió controlar la embarcación y evitar que fuera arrollada por el Titanic, lo que habría destrozado a la embarcación y, probablemente, hubiera retrasado la partida del Titanic desde Liverpool y, quizás, le habría ayudado a evitar el fatídico iceberg.
La travesía
El Titanic salió de Liverpool el 10 de abril de 1912. Su creador, Thomas Andrews, iba a bordo para supervisar que todo saliera de la mejor manera posible, junto al propietario del gigante, el empresario J. Bruce Ismay. El capitán era Edward Smith, experimentado elemento de la naviera que ya había pilotado en varias ocasiones el Olympic, considerado el hermano gemelo del Titanic, que llevaba un año recorriendo la ruta de Liverpool a Nueva York. La primera escala del gigante fue en Cherburgo, Francia, luego hizo escala en Queenstown (actualmente Cork, Irlanda), donde recogió a sus últimos pasajeros antes de adentrarse en el Atlántico.
En total, viajaban más de 2 mil 400 pasajeros maravillados con el barco, sus atracciones y su impresionante ingeniería.
La noche de la tragedia
El 14 de abril fue un divertido día más a bordo del “barco que ni Dios mismo era capaz de hundir”. El capitán Smith ordenó cambiar la dirección para evitar una zona donde habitualmente habían icebergs.
Antes de la medianoche, el vigía Frederick Fleet advirtió sobre la cercanía de un iceberg, apenas perceptible. Dio la isntrucción al puente del navío, que giró a babor y segundos después ordenó apagar motores, así, el Titanic evitó la colisión, pero hubo un roce apenas perceptible entre la embarcación y el hielo. Este roce trajo consecuencias fatales.
La herica fatal se registró a cinco metros debajo de la línea de flotación del Titanic.
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Respuesta tardía
El capitán Smith fue informado oportunamente sobre lo que ocurrió, pero las medidas de emergencia empezaron a tomarse hasta 30 minutos después del impacto. El ingeniero Andrews realizó cálculos exactos y confirmó que al “barco insumergible” le quedaban dos horas de vida sobre el agua. El contacto casi imperceptible no preocupó a los pasajeros, pues la mayoría estaban dormidos, mientras otros tantos bromeaban con los restos de hielo que quedaron en la cubierta, además, de que “estaban a bordo del barco más seguro del mundo”. Los pasajeros rechazaban usar chalecos salvavidas o abordar los botes de emergencia. Las primeras embarcaciones tocaron agua 25 minutos después del impacto.
Los telegrafistas enviaban mensajes pidiendo auxilio y las luces de bengala se dispararon al cielo en señal de auxilio.
A las 2:05 horas del 15 de abril llegó el principio del fin para más de mil 400 personas, que veían partir el último bote salvavidas y el pánico se apoderó de los que seguían a bordo del Titanic, pues eran conscientes de lo que iba a pasar. Las historias que hoy conocemos del “barco que ni Dios podía hundir” son gracias a los sobrevivientes que consiguieron abordar un bote salvavidas.
El ingeniero Andrews y el capitán Smith pasaron a la historia como los héroes que esperaron hasta el final de la tragedia, mientras que el propietario del barco, J. Bruce Ismay, quedó como el villano que escapó de la tragedia, sin tentarse el corazón por los más de mil pasajeros que se hundieron y se congelaron en las heladas aguas del Atlántico norte.
Horas después, otra embarcación de White Star, el Carpathia, rescató a las personas que abordaron los botes salvavidas y llegó a Nueva York, el destino que el Titanic nunca conoció.
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