Para los habitantes de Pomuch es muy importante la llegada del día de muertos poder festejar con sus difuntos el día de los muertos. Los familiares extraen los huesos de los nichos y los limpian con cuidado; dicha tradición es vista como un gesto de “amor” para tener contacto con los familiares fallecidos.

Es una tradición maya mezclada con la religión católica, por el deseo de no dejar ir a quienes mueren. Al fallecer un pomucheño, familiares y amigos lo llevan al cementerio en caravana, pero no lo entierran: lo introducen a una bóveda y tres años después sacan el cuerpo.
Los pobladores empiezan a limpiar los huesos alrededor del 26 de octubre y concluye el 30 y ya el 31 de octubre las familias se dedican a preparar en sus casas la ofrenda, cuyo plato principal es el pibipollo. Una especie de tamal con pollo y cerdo muy tradicional de Pomuch.
En dicha tradición sacan los huesos, cambian el manto por uno nuevo, hacen un bordado o pintado en el manto, retiran polvo e insectos de cada pieza con una brocha y los colocan de nuevo en su caja, primero los huesos largos, luego el tórax y en la cima el cráneo. Los devuelven a su osario, les cambian las flores y las veladoras.

Además de la limpieza de los huesos, los pobladores van cambiado la ropa de sus difuntos anualmente y se depositan el paño un paño blanco con diferentes bordados acorde a los gustos de los difuntos.
A pesar de que es una tradición de dicho pueblo de Campeche, no todos limpian a los muertos con sus propias manos, algunos pagan 20 pesos a los trabajadores del cementerio.
Una vez que los huesos y las ofrendas están listos, los pomucheños abren sus puertas para recibir a las ánimas de los que se fueron y a los visitantes, a quienes se convida la comida de la ofrenda.