Los rostros que algunas personas llegan a encontrar en la superficie de los objetos es algo más común de lo que parece, se trata de una tendencia del cerebro humano conocida como pareidolia, según lo reveló un estudio.
Una investigación hecha por neurocientíficos de la Universidad de Sidney, Australia, encontró que esta condición se debe a que el cerebro humano puede identificar y analizar caras humanas a través de los procesos cognitivos que identifican los rostros ilusorios.
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David Alais, autor principal del estudio, explicó que las personas detectan rápidamente el rostro sobre un objeto, al aplicar una plantilla burda de dos ojos sobre la nariz y la boca, por lo que muchas cosas pueden satisfacer esa plantilla y desencadenar una respuesta para detectar las caras.
“Sabemos que estos objetos no son realmente rostros y sin embargo la percepción de una cara persiste. Acabamos teniendo algo extraño: una experiencia paralela de que es a la vez una cara convincente y un objeto”, mencionó Alais.
Lo anterior se conoce como pareidolia, un fenómeno en el que los rostros no se descartan como falsas detecciones, sino que son sometidos al análisis de las expresiones faciales y los atributos emocionales en las caras reales.
Ever looked at a car and thought it was smiling back at you? Or a toaster that seemed extra friendly?👀
— University of Sydney (@Sydney_Uni) July 12, 2021
Professor David Alais and his team @Sydney_Science have discovered what our brain does when it happens.🧠#FacePareidolia #Pareidolia #Neuroscience pic.twitter.com/laNhH87Ez2
Además de detectar rostros, las personas podrían identificar si hay expresión de alegría o enfado
Según el estudio, en la pareidolia el análisis que se hace a las expresiones en los objetos se debe a que, como seres sociales, las personas no solo detectan una cara, también leen “la identidad y su expresión”.
“Necesitamos leer la identidad de la cara y discernir su expresión. ¿Son amigos o enemigos? ¿Están contentos, tristes, enfadados, doloridos?”.
Para hacer el estudio, los investigadores reunieron a voluntarios y les presentaron secuencias de rostros, para que calificaran las expresiones de cada uno en una escala que iba del enojo a la alegría.
Las evaluaciones hechas como parte de esta investigación se consideraron por los investigadores como un proceso similar al que ocurre cuando las personas utilizan Tinder, donde se juzga una cara con relación a la observada anteriormente.
“Esta condición ‘cruzada’ es importante, ya que demuestra que el proceso de expresión facial subyacente es el mismo, independientemente del tipo de imagen. Esto significa que ver caras en las nubes es algo más que una fantasía infantil”, aseguró Alais.
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