Un día común en Toluca es escuchar el silbido del ferrocarril. Ese pitido fundido con los olores a cerveza cuando vas por Tollocan, o a galleta, cuando cruzas Isidro Fabela, te acompañan en un camino que compartes con las vías del antiguo transporte.
Y es verdad, el tren y sus vagones también han sido culpables de que lleguemos tarde a una cita, a la escuela o al trabajo -sea cierto o no, porque admitámoslo, es un buen pretexto- por las maniobras que hacen a diario para cruzar la ciudad.
Pero hay algo que cautiva a quienes en más de un siglo hemos visto al ferrocarril toluqueño: el misterio de cómo será por dentro o qué llevará en cada vagón, y la nostalgia de aquellos tiempos donde el tren transportaba gente a lo largo y ancho del país. Alguna de estas cuestiones han rondado por nuestra cabeza, al menos una vez en la vida y nos provocan ganas de querer subirnos.
Mis abuelos y mi papá fueron ferrocarrileros y desde chico estuve metido en este ambiente
Cuenta Francisco Corona, quien lleva seis años siendo maquinista para la empresa Canadian Pacific Kansas City (CPKC), en la ruta La Cadena-Acámbaro-Toluca. Confiesa que le hubiera gustado manejar trenes de pasajeros, ya que recuerda que de niño se subía con su papá, quien también los manejaba:
Los carros se llenaban de gente, y en las estaciones bajaban a comprar comida, era muy bonito en esos tiempos.
Francisco comparte su viaje de seis horas con sus compañeros Miguel López y Arturo Martínez. Esta vez salen de la antigua estación de Toluca y van rumbo a Acámbaro, pueblo ferrocarrilero por tradición. Cada uno tiene un asiento dentro de la locomotora, que lejos de ser como en las películas -oscura y todavía funcionando con carbón- es una máquina híbrida que hasta baño y refrigerador tiene. Los tres transportistas llevan refacciones automotrices en los intermodales o contenedores, aunque en otras ocasiones también llevan granos, combustibles, materias primas, e incluso abarrotes.
Un tren cargado equivale a 300 trailers, por lo que no hay infraestructura carretera que aguante la cantidad de mercancía que se maneja en el país. El ferrocarril transporta el 30% de la carga en México en 20 mil kilómetros de vías, de las cuales CPKC tiene 4,500.
Cuenta Rogelio Hernández, jefe de Comunicación de la empresa norteamericana, en México.
Y aunque este ferrocarril puede alcanzar los 120 km/h, debido a la curvatura de la zona mexiquense solo andan a la mitad de la velocidad, precaución que también les ayuda a evitar accidentes. “Cada crucero es ir casi a vuelta de rueda, porque los automovilistas no entienden, piensan que el ferrocarril se va a parar a la mera hora, cuando en realidad necesitamos 1 kilómetro para hacer alto total.”, cuenta Francisco, mientras nos acercamos a un crucero a las afueras de Toluca, por el que ya han pasado cuatro carros a escasos 200 metros de que cruce el tren.
Miguel López, es vecino de Francisco en Acámbaro, tiene 44 años y lleva 18 trabajando entre vías, así como lo hicieron su abuelo y su padre. Miguel es garrotero, es decir, se encarga de dar mantenimiento a trenes y carros, así como de darles un acomodo adecuado. “Es algo muy bonito, uno ya lo trae en la sangre”, platica. Es un hombre de pocas palabras, sin hijos pero con cinco ahijados, a quienes quiere como si fueran propios, y le agradaría que se dedicaran a algo relacionado a lo que él hace, aunque no los obligaría.
El ferrocarril continúa su viaje y pronto hará su primera parada en Puerta México, una terminal intermodal ubicada a las afueras de Toluca, donde entran y salen trailers con contenedores llenos de toda clase de productos.
“Ahorita estoy pidiendo autorización porque vamos rumbo a Puerta México”, cuenta Arturo Martínez, justo después de dar rápidamente unas cuantas claves a través de su radio al centro de operaciones en Monterrey.
Arturo tiene 66 años, desde los 18 empezó a trabajar como llamador y ahora es conductor de trenes, el más alto rango dentro de su ramo, y con diferentes funciones a las que hace un maquinista, que es realmente quien maneja al ferrocarril. En un principio, él no quería conducir, ya que le gusta “estar abajo, en las vías, haciendo maniobras, trabajando al aire libre, porque ahorita ya es más de papeles y de escribir”, comenta antes de mostrar una pequeña libreta en la que va anotado a mano las horas precisas, el tipo de carga y las estaciones por las que el ferrocarril va pasando. Con estos datos, Arturo va avisando por dónde se encuentran en el recorrido.
La terminal de Puerta México recibe al ferrocarril de CPKC, que recogerá algunos contenedores que llevará a su destino final en La Cadena, Michoacán. El trío de ferrocarrileros seguirá su camino por unas cuantas horas más, inspirados, luego de platicar la hazaña que Jesús García -el Héroe de Nacozari- realizó 117 años atrás, cuando alejó una locomotora cargada de dinamita ardiendo, de dicha población sonorense.