Pitao Cocijo, el monumental Dios zapoteco en Paseo de la Reforma
Con un tamaño monumental, el Dios zapoteca Pitao Cocijo ahora forma parte de la transitada avenida Paseo de la Reforma en CDMX.
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En Paseo de la Reforma, una de las avenidas más populares de la Ciudad de México (CDMX), se ubica la monumental escultura de Pitao Cocijo, el Dios zapoteca de la lluvia.
La obra, del artista oaxaqueño Sabino Guisu, mide cinco metros de alto y está hecha con fibra de vidrio y pintura automotriz.
El enorme Pitao Cocijo por ahora forma parte de Paseo de la Reforma, se encuentra frente al Museo Nacional de Antropología, muy cerca del monolito de Tláloc, el Dios de la lluvia para los mexicas.
Los turistas y habitantes de la CDMX podrán tomarse una fotografía con la deidad hasta el 20 de abril, último día que mostrará parte de la cultura zapoteca en la capital del país.
¿Quién es Pitao Cocijo?
Es la deidad zapoteca del rayo, la lluvia, las tormentas, la niebla, las nubes, el rocío, el granizo y todas las fuentes terrestres de agua, explicó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Cocijo significa “rayo”, por eso es considerado como el Dios de la lluvia y de los campos de cultivo. Tenía cuatro compañeros, que eran responsables de las nubes, la lluvia, el viento y el granizo.
Las representaciones más conocidas de Pitao Cocijo datan de la etapa de esplendor de la cultura zapoteca, en el área de los Valles Centrales de Oaxaca, añadió el INAH.
La imagen de Pitao Cocijo se plasmó en vasijas efigie de cerámica, piedras grabadas y estuco, en la época de Monte Albán, que va de los años 500 a.C. a 850 d.C.
Pitao Cocijo la deidad de la lluvia entre los zapotecas de #Oaxaca
— Tlatoani_Cuauhtemoc (@Cuauhtemoc_1521) November 23, 2015
Lleva atributos semejantes al tlaloc pic.twitter.com/hogVEKJ6r7
Esta deidad es comparable con Chaac, el Dios maya del agua y la lluvia, y con Tláloc, que para los antiguos mexicas era el encargado de las lluvias.
Pitao Cocijo aparece con una vasija entre las manos y con una máscara alrededor de sus ojos, además destacan sus colmillos y su lengua bífida.
La divinidad zapoteca Pitao Cocijo como pago por hacer que lloviera, recibía con frecuencia los sacrificios humanos que hacían los antiguos pobladores de Oaxaca, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Además, los zapotecas creían que esta deidad refrescaba el entorno, recargaba los ríos, alimentaba los árboles y regocijaba el alma. También le ofrecían gallinas negras y copal para aplacar las tormentas cuando afectaban a las cosechas.