Una vez a la semana, el chef Ciriaco Vicente prepara paella para refugiados de Ucrania que se vieron obligados a huir de su nación por la operación militar que realiza Rusia desde el 24 de febrero, “todo es desgraciadamente por la guerra, se han quedado sin nada, recalcó.
Su restaurante ubicado en una playa de Valencia, lo transforma en un comedor social para que más de 100 refugiados de Ucrania disfruten de la deliciosa paella, que es la especialidad de la casa, “es la segunda o tercera vez que como paella, es deliciosa”, dijo Bohdan Turinska quien era profesor de inglés en Kiev.
El chef y sus empleados, también los ayudan con ropa y los trasladan del hogar donde permanecen al restaurante, “aquí estamos para darles cariño a través de la gastronomía y de la buena gente de las organizaciones”, Ciriaco Vicente dijo.
Paella para todos
Mientras los refugiados de Ucrania disfrutan de la paella, un platillo originario de la Comunidad Valenciana y que hoy es muy popular en toda España y en el mundo, también platican lo que han vivido, “fue muy difícil pasar la frontera en Ucrania, pero en Europa fue fácil y ahora estamos aquí", platicó la estudiante de 21 años, Kristina Samoylenko.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, cerca de 4 millones de ucranianos han huido de su país, de ellos, cerca de 80 mil han llegado a España, “necesitamos casi cinco días para llegar a la frontera entre Ucrania y Hungría, pero valió la pena. Fue un camino difícil para nosotros y para nuestra familia”, narró Alina Zahiozeta, una exagente de venta y ahora refugiada ucraniana en España.
Las Torres de Ciriaco además de brindar comida a los refugiados de Ucrania, es un lugar de reunión donde comparten historias y donde se ayudan para poner sus papeles en regla, “es un poco difícil conseguir algunos documentos, no creo que sea porque no nos quieren apoyar, creo es porque mucha gente trata de obtener sus documentos”, dijo Bohdan Turinska de 24 años.
También hay paella para llevar
El chef español, Ciriaco Vicente y sus empleados preparan abundante paella para un día, y así ofrecerles a los refugiados de Ucrania “itacate” para que cenen y desayunen al día siguiente.
Así fue la manera en la que Vicente describió cuando abrió por primera vez el comedor a los refugiados de Ucrania, “el primer martes, me pegó un meneo en el corazón total porque vi a la gente, eso no se puede explicar, se tiene que vivir.”