Turísticamente nos venden a Cuba como el paraíso, y no dudo que lo sea.
Solo con ver imágenes de sus playas casi vírgenes: la bahía de Hicacos, Varadero, Matanzas o Camagüey, es posible darse una idea de lo que serían unas vacaciones en la perla del caribe.
Tomarse un mojito en La Bodeguita del Medio, o fumar un habano recorriendo las calles de La Habana Vieja.
Cerrar la noche bailando en el malecón con un vaso de ron en mano y al ritmo de un son cubano.
¿Los convencí? La verdad, es que unas vacaciones de ensueño. Pero aquí les va la otra cara del paraíso: los riesgos de hacer turismo en Cuba.
Un huésped en un hotel, se quejó de que aunque las sábanas parecían limpias amaneció con picaduras de chinches. Hay otro que habla del reciclaje de carne y desayuna una sopa hecha con las sobras de la cena.
Es que en Cuba la carne es oro y no se puede desperdiciar.
En un famoso balneario, un turista se quejó porque le dieron una botella de agua para toda la semana, porque no hay más. O un hombre a quien le dio un infarto en el mar y no había salvavidas, ni hablar de paramédicos.
Enfermedades como tuberculosis, cólera y dengue están presentes en cualquier rincón de Cuba y ¿el problema? los servicios médicos cubanos son aceptables, pero los medicamentos y equipos básicos no siempre están disponibles.
Si bien en los hospitales hay salas reservadas para extranjeros, estas no cuentan con todas las condiciones, sino con un mínimo, y en esos centros existe carencia de personal especializado debido a que muchos procuran participar en misiones en el extranjero, como una oportunidad para mejorar su nivel de vida.
Nuevamente les pregunto: ¿Cuba es el paraíso que venden como destino turístico? Juzgue usted.
