Crisis en Altata: La narcoguerra está afectando la forma de vida y el futuro de la gente de Sinaloa

La violencia que vive Sinaloa desde hace unos meses está acabando con el sustento de familias que dependen del trabajo en el puerto de Altata.

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Por: Ernesto Gutiérrez y Gabriel Sirnes

La violencia generada por la narcoguerra en Sinaloa está dejando una huella profunda en las comunidades, especialmente en Altata, un popular puerto turístico que, hasta hace pocos meses, era un destino vibrante de fiestas y reuniones familiares. Sin embargo, la violencia que azota el estado desde septiembre ha trastornado la vida en esta localidad costera, afectando no solo la seguridad, sino también el futuro económico de los habitantes.

Del carnaval a la desolación en Altata

Durante años, Altata vivió un carnaval constante cada fin de semana. Las calles del puerto se llenaban con la música de banda que retumbaba en el malecón, mientras cientos de familias se deleitaban con los mariscos frescos y antojitos típicos. Hoy, ese ambiente festivo ha desaparecido casi por completo. Los comerciantes del lugar aseguran que la falta de visitantes ha dejado la ciudad en un estado cercano al desierto, pues las ventas han caído drásticamente, hasta un 80% en algunos casos.

Dora Elena García, restaurantera local, expresó su preocupación ante la crisis que vive el sector turístico: “Tenemos tres meses muy mal debido a la situación, la gente no se arriesga a salir a la carretera. Aunque en Altata no ha habido hechos violentos, temen trasladarse hasta aquí”, comentó. La falta de turistas, sumada al temor por la inseguridad en las carreteras, ha golpeado de forma severa la economía de la región, que depende en gran medida del turismo.

Restaurante y músicos afectados por la narcoguerra

El impacto no solo se siente en los restaurantes. Los músicos de la zona, que durante años llenaron de vida con su música los eventos y fiestas locales, también enfrentan la dureza de la crisis. José Mercedes Sáenz Leyva, uno de los músicos afectados, relató con tristeza la difícil situación que atraviesa: “Estamos muriendo de hambre. No hemos tocado ninguna canción en semanas, y ya llevamos casi cuatro meses sin trabajo. Estamos endeudados, llegamos a casa sin nada, ni siquiera para cubrir el gasto de gasolina”, afirmó.

Ante la falta de clientes, casi la mitad de los restaurantes en Altata han optado por cerrar temporalmente , mientras que aquellos que permanecen abiertos se han visto obligados a implementar una rotación de personal, para asegurar que todos sus colaboradores reciban, al menos, un pequeño ingreso.

Este es solo un reflejo de cómo la violencia generada por el narcotráfico está afectando no solo la seguridad de las personas en Sinaloa, sino también su sustento económico. El futuro de comunidades como Altata está en grave riesgo, mientras sus habitantes luchan por sobrevivir en medio de la incertidumbre.

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