Kimberly Sullivan, una mujer de 56 años, enfrenta cargos graves por secuestro, agresión y crueldad tras el hallazgo de su hijastro de 32 años en condiciones críticas en Estados Unidos.
El hombre, cuyo nombre no es revelado, fue encontrado el 17 de febrero de 2025 en su hogar en Waterbury, Connecticut, tras un incendio que él mismo provocó para escapar de su cautiverio.
La investigación reveló que el joven, de 1.75 metros de estatura, pesaba apenas 70 libras (poco más de 31 kilogramos), lo que refleja una severa desnutrición. Bob Stoeckert, jefe de sombreros de Waterbury, incluso pensó que el joven se trataba de un adolescente.
Así vivía el joven secuestrado en Connecticut
“Quería mi libertad”, declaró el secuestrado. La víctima relató a las autoridades que su confinamiento comenzó a los 11 años de edad. Su madrastra lo encerró en un almacén con cerraduras adicionales y que sobrevivía con dos sándwiches al día, de ensalada de huevo, atún o mantequilla de cacahuate, así como una poca cantidad de agua.
En la adolescencia, el hombre estaba encerrado entre 22 y 24 horas al día. Para poder orinar, improvisó un embudo para enviar sus desechos por la ventana gracias a popotes conectados.
¿Qué dice la mujer que mantuvo encerrado al hombre en EU?
Kimberly Sullivan quedó arrestada el 12 de marzo de 2025. Comparecerá ente el tribunal el viernes 28 de marzo de 2025.
Los fiscales detallaron que Sullivan asumió el cuidado exclusivo del joven tras la muerte de su padre en enero de 2024. Durante ese tiempo, le negó libertad y alimentación adecuada, sometiéndolo a un régimen de abuso físico y psicológico.
Aunque Sullivan fue liberada tras pagar una fianza de 300 mil dólares, sus abogados aseguran que negará todas las acusaciones. Su defensa legal dice que las alegaciones son infundadas y que su cliente colaborará plenamente con la justicia.
El próximo paso será el juicio, donde se determinará si Sullivan enfrentará condenas por los cargos de secuestro y crueldad. Mientras tanto, el joven recibe atención médica y psicológica para recuperarse de las secuelas físicas y emocionales de su encierro.
