Millones de mexicanos viven con dolor ante el colapso del sistema de salud
La falta de recursos y la precariedad médica golpean con más fuerza a la tercera edad. Esta es la historia de José y Leonor, quienes viven como pueden.
Javier Alatorre nos presenta la historia de José Hernández Bermúdez y Leonor Prado Miranda, quienes son un reflejo del dolor que sufren millones de personas en México.
Él tiene 74 años, ella 63, y llevan 48 años de casados. Sin embargo, en los últimos cuatro años, ambos enfrentaron tragedias que cambiaron su vida: José perdió su pierna izquierda por una trombosis y Leonor la suya en un accidente.
“Hay días que está muy deprimido, no quiere levantarse, no quiere caminar, no quiere comer”, confiesa Leonor.
Sufrimiento crónico aumentó en los últimos 30 años
Lo que viven ellos no es un caso aislado. Según datos del economista de la salud del Tecnológico de Monterrey, Héctor Arreola, el sufrimiento crónico pasó de 400 mil casos en los años noventa a cerca de 800 mil en 2021. Cáncer, enfermedades del corazón y diabetes son las principales causas de este padecimiento silencioso, muchas veces oculto por el estigma.
El problema empeora cuando se mira la situación del sistema de salud. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el 39% de la población en México no tiene acceso a servicios médicos. Esto significa que más de 50 millones de personas deben buscar alternativas, aunque no siempre sean las adecuadas.
A falta de médicos y medicina
En comunidades alejadas, como El Lindero, en Colón, Querétaro —a cuatro horas de la Ciudad de México—, la gente no tiene más opción que recurrir a remedios caseros y sobadores. José y Leonor, además de enfrentar su propio dolor, ayudan a otros: él acomoda huesos y alivia dolores articulares; ella soba de matriz, ovarios y hasta espantos.
Las sesiones duran media hora y recomiendan infusiones caseras, como por ejemplo, ruda con chocolate para el dolor de cabeza o té de romero para dolores musculares. Todo esto, porque en la pobreza y la marginación, el dolor es una constante y la medicina, un lujo inalcanzable.