Un grupo de investigadores reveló que los pingüinos que habitan en la Antártida llevan una dieta en la que hay presencia de microplásticos, como poliéster y polietileno, lo que es señal de contaminación en ese continente.
Los investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (MNCN-CSIC), llegaron a esta conclusión después de analizar las heces de tres especies de pingüinos, en distintos años y lugares del continente antártico.
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El objetivo del estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, fue conocer los efectos que los microplásticos tienen en la vida de estos animales, a fin de diseñar medidas que puedan controlar la contaminación en la Antártida.
Andrés Barbosa, autor de la investigación, explicó que los microplásticos son partículas que miden menos de cinco milímetros, las cuales tienen una amplia presencia en los ecosistemas marinos, por lo que registran una extensa acumulación en las cadenas alimenticias.
Estos contaminantes llegan a los mares y océanos principalmente a través de la basura y los desechos procedentes de las actividades antrópicas.
Debido a que la Antártida es una región del planeta con baja presencia humana, podría pensarse que hay poca contaminación por microplásticos; sin embargo, se detectó una fuerte presencia de dichas partículas en la dieta de las aves marinas.
Según el estudio, esa contaminación podría ser consecuencia de los barcos pesqueros y turísticos, las corrientes marinas y las estaciones de investigación que generan una alta concentración de partículas a nivel local.
¿En qué consistió el estudio para conocer la dieta de los pingüinos?
Los investigadores analizaron las heces de tres especies de pingüinos, de Adelia, de barbijo y de papúa, debido a que son depredadores y esto los convierte “en buenos indicadores de la salud de los ecosistemas donde viven”.
Barbosa precisó que los resultados mostraron que la dieta de las tres especies estaba compuesta por distintas proporciones de krill antártico (un crustáceo), en un 85% en el caso del pingüino de Adelia; un 66% en el del barbijo y un 54% en el papúa.
También se encontraron microplásticos en las muestras, en este caso fue en un 15% del pingüino de Adelia; un 28% en el del barbijo y un 29% en el de papúa.
#investigación 🧵(HILO) Un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment revela la amplia presencia de microplásticos como el poliéster y el polietileno en la Antártida y en el mar de Scotia. https://t.co/9I7jAQKK21 📷 @barbosaandres 👇 pic.twitter.com/htOcJKMZtD
— Museo Nacional de Ciencias Naturales (@mncn_csic) July 22, 2021
Joana Fragao, investigadora de la Universidad de Coímbra, Portugal, detalló que la frecuencia de aparición de estas partículas fue similar en todas las colonias estudiadas, por lo que no se pudo establecer un punto de origen concreto de contaminación en la Antártida.
En las investigaciones participaron especialistas de Portugal, Reino Unido y España, quienes coincidieron en que es necesario seguir estudiando la dinámica de los microplásticos y sus efectos en los ecosistemas, a fin de crear nuevas políticas de gestión en el continente antártico.
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