México y Ucrania: Diplomacia Vaquera

Escrito por: Lesli Jiménez Espinosa

México Ucrania diplomacia vaquera

A casi 5 meses de haber iniciado la invasión rusa en Ucrania y con más de 5 mil muertos, el conflicto bélico continúa. Son ya 4 mil sanciones impuestas a Rusia con el fin de impactar su economía e influir en el cese de la guerra.

A estas acciones, países como Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá y Reino Unido, han brindado ayuda humanitaria, económica y militar. A la par, Polonia se ha convertido en el país que más refugiados ucranianos ha recibido.

Por su parte, México ha mantenido una postura desdibujada ante el conflicto, y que si bien no se manifestó a favor de la guerra, tampoco ha mostrado una postura contundente en defensa de Ucrania.

Escenario que los diputados federales de Movimiento Ciudadano han aprovechado para hacer sus ocurrencias. Cual historia del Libro Vaquero , los legisladores emprendieron su aventura internacional visitando Ucrania, cambiando el final feliz del héroe con la mujer voluptuosa, por selfies afuera de edificios bombardeados, publicado stories de Instagram con tinte poético, y tuits románticos que resultan inocuos. Banalizando los estragos de una guerra que sigue costando vidas.

Lo lamentable resulta cuando nos damos cuenta que estos improvisados con afán de figurar, terminan tomando el papel que el gobierno mexicano decidió ignorar. Aunque de manera patética, por lo menos esos diputados mostraron cercanía y solidaridad con la nación invadida (al menos en términos diplomáticos) y condenaron rotundamente los crímenes de lesa humanidad efectuados por Rusia.

Simultáneamente, México se concentra en desviar la mirada a Nicaragua, Venezuela y Cuba, buscando establecer acuerdos políticos, mientras ignora los regímenes autoritarios de esas naciones.

Un panorama confuso, que bien podría interpretarse el papel de México, como un gobierno en el que preponderan los intereses dictatoriales, sobre el bienestar de la humanidad.

¿Debieron ir los emecistas a Ucrania? Yo no lo creo; y mucho menos si utilizaron dinero público para financiar su quijotesca aventura. Pero ante la ausencia de una definición coherente de nuestra política exterior -algo que sea digno de la decimoquinta potencia económica mundial- quizá nos debamos conformar con esto.

Si lo ponemos en términos literarios: ante la ausencia de Octavio Paz, nos conformamos con leer el Libro Vaquero.

¿O qué opinan ustedes?

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