Esta semana celebramos el día del maestro en México. En todas las escuelas y centros educativos se reconoce la labor de los maestros, quienes día con día inciden en el aprendizaje de miles de alumnos.
Los profesores son solo un eslabón en la cadena de la educación. Lo digo así, no de manera despectiva, sino porque ya estuvo bueno de creer que ellos son los ÚNICOS responsables de la formación de los alumnos.
Y es que no faltan los papás que creen que llevar a sus hijos a la escuela es sinónimo de desentenderse por completo de ellos, porque “para eso están los maestros”. ¡Imagínense a un profe siendo papá de 40 alumnos!}
¿Ustedes creen que los maestros se van a aventar tremendo paquete con los sueldos tan bajos, y las condiciones precarias en las que realizan su chamba? ¡Por supuesto que no!
Ni les compete, porque la educación es entre alumnos, padres de familia y profesores, ni serían equitativos los 14,300 pesos que, en promedio, un maestro gana al mes.
Cientos salen a las calles de CDMX para marchar por el Día del Maestro
Y aunque en México hay alrededor de 2 millones de maestros, no pretendo decir que todos son ángeles, porque como dicen por ahí, hay de todo en la viña del Señor.
Los hay preparados, con doctorados, especialidades y varias licenciaturas; profes que planean sus clases, que van más allá del programa educativo y que tienen una genuina vocación.
Además, hay maestros que han formado parte importante en la historia de México, tales como José Vasconcelos, quién luchó para que la educación fuera laica, gratuita y obligatoria, el legendario Premio Nobel, Mario Molina, o Rosaura Zapata, pionera en la creación de los Jardines de Niños en el país.
Cumpliría 40 años de servicio el profe Menchaca, pero sigue desaparecido
Pero también hay quienes solo cubren una plaza heredada, que odian su trabajo, que ven a los alumnos como meros clientes, o peor aún, que cometen robos y desvíos, con la bandera de la educación y el progreso por delante… coff, coff, Elba.
Y sean buenos o malos, exigentes o barcos, lo cierto es que todos recordamos a algún maestro por cómo tocó nuestra vida.
¡Gracias a aquellos maestros con vocación, por su paciencia y sus enseñanzas!