En su mejor época, el Libro Vaquero alcanzó a publicar más de 650 mil ejemplares por semana. Se trata de una historieta que describe las aventuras de amor y traición en el viejo oeste.
Su legendaria portada casi siempre plasmaba el momento justo de la acción: un disparo, un grito, un asalto o un golpe. Cuando me dijeron que el creador de esas portadas aún se dedicaba a dibujar, quise conocerlo para entrevistarlo y descubrir su historia.
Se llama Jorge Aviña, trabaja desde su casa y sigue realizando ilustraciones para prestigiosas marcas de relojes. Amable y sin mayores pretensiones, nos mostró su guarida adaptada con un restirador atiborrado de pinceles, acuarelas y bocetos.
“Alguna vez se me acercó una señora para decirme que había aprendido a leer gracias al Libro Vaquero”. Comentaba con nostalgia mientras delineaba la cara de Miguel Hidalgo que había empezado a dibujar.
El Libro Vaquero terminaba en manos de niños y mujeres
Recordé entonces lo que decía mi mamá, quien ha dedicado toda su vida a la enseñanza como maestra de primaria.
“Tanto trabajo que nos cuesta que los niños aprendan a leer, para que terminen leyendo el Libro Vaquero”, repetía con cierta frustración.
Pareciera que ese tipo de lecturas estaba destinado a un público adulto, pero terminaba en manos de niños o mujeres, lo cual era mal visto. De ahí mi reflexión: ¿Qué tanto ayudaría el Libro Vaquero y otras revistas semanales a disminuir los niveles de analfabetismo?
¿Será que el deseo de entender los diálogos que acompañan a la historieta motivaron el interés de muchos para aprender a leer?
Ojalá que sí.