La llamada que desafió a la muerte; una experiencia paranormal que cambió la vida de un hijo que perdió a su padre
¿Sientes que tu piel se eriza al leer esto? ¿Voces del más allá o la visita de un familiar? Lo paranormal es algo que diario se presente y no lo vemos.
En Fuerza Informativa Azteca (FIA) abrimos las puertas para escuchar historias que te erizan la piel en el Día de Muertos, algunas te hacen cuestionarte qué hay más allá de la muerte y otras replantearnos que quizá están con nosotros y ellos nos ven... pero nosotros a ellos no.
La historia de una última llamada de un ser querido fallecido es un relato que nos remueve las entrañas y nos sumerge en un mar de emociones. En este caso, el protagonista experimenta un momento que desafía toda lógica y comprensión.
Su padre, quien había partido de este mundo el primero de julio de 2019, parecía volver de entre los muertos a través de un teléfono móvil.
Tres días después de su entierro, con el sol ya descendiendo en el horizonte y la hora marcando las seis de la tarde, el celular del protagonista vibró con una notificación aterradora: una llamada de su padre. La identidad del llamante, a pesar de lo imposible, iluminó la pantalla con su nombre. En ese instante, el tiempo se detuvo. La mente del protagonista se llenó de confusión y asombro. ¿Era posible que su padre, quien había dejado este mundo, estuviera intentando comunicarse con él?
Con un nudo en el estómago, contestó la llamada, solo para ser recibido por el inquietante sonido de un niño riendo, una risa que resonaba en el vacío, como si estuviese en una lejana y tenebrosa dimensión. Sin poder soportar más la angustia, colgó, buscando respuestas que parecían no llegar.
Desesperado, llamó a su hermana, buscando una explicación lógica. Sin embargo, su respuesta fue aún más desconcertante: el celular de su padre estaba bajo llave en el panteón, sin batería, inalcanzable. La realidad se tornó más sombría. ¿Qué significaba esta llamada? ¿Era un último adiós, un mensaje de amor desde el más allá?
En el fondo, el protagonista comenzó a entender que, de alguna manera, su padre quería que supiera que estaba en paz. La risa de un niño, quizás un eco de la inocencia perdida, o un recordatorio de la alegría que siempre había compartido con su familia, resonó en su mente. Aquel momento, aunque envuelto en misterio y terror, se transformó en una despedida, un cierre que, a pesar de su naturaleza macabra, ofrecía consuelo y esperanza.