Cuando aparece el nombre de Kiki Camarena, es imposible que no salga ese México de los 80 que tanto nos duele. Esa época en la que avionetas cargadas de droga iban y venían de Estados Unidos, como Pedro por su casa.
Hasta que la DEA decidió poner un alto a toda esa locura y enviaron a Enrique Camarena Salzar a investigar para dar con los responsables del aumento del consumo de drogas en tierras gringas.
Y cumplió su misión a cabalidad. Se filtró en grupos criminales y encontró respuestas. Descubrió una gran plantación de marihuana en Sinaloa. Y además, destapó una extensa red de protección al Cártel de Guadalajara, donde participaron jefes de policía, mandos militares y hasta funcionarios de alto nivel del gobierno de México.
El temible Cártel de Guadalajara que callaba a todos con dinero
En ese entonces, las cabezas de la célula criminal eran Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo.
Caro Quintero, por cierto, se paseaba por Guadalajara sin el más mínimo temor a ser detenido. ¿Quién se atrevería a hacerlo? Absolutamente, nadie porque dinero para callar voces no le faltaban. Ni siquiera para pagar la deuda externa de México, que cínicamente propuso saldar.
Y ahí estaba Kiki Camarena siguiendo sus pasos. Vigilando sus movimientos como agente encubierto de la DEA en México.
Y eso lo llevó a la tumba. Un capo de capos no perdona. Lo secuestraron el 9 de febrero. Lo torturaron y asesinaron.
Le dejaron muy claro a las autoridades quién mandaba en México, cuando apareció el cuerpo de Kiki Camarena el 5 de marzo. Tenía 37 años.
Durante sus 11 años con la DEA, Kiki recibió dos premios por su desempeño. Incluso, lo califican como el “héroe” que dio su vida en la lucha contra las drogas. Pero, ¿qué papel juega la CIA en todo esto?
Según la DEA, también habrían participado en el asesinato del agente Camarena.
¿Habrá algo de cierto? Eso cambiaría radicalmente la historia. Lo que parece un chisme, cada vez toma más fuerza. Quien haya apretado el gatillo, es ahora lo de menos.
Porque si algo queda claro en todo esto es que las voces de los que están del lado correcto, quedarán apagadas cada vez que incomoden a un criminal.
Los excesos de Caro Quintero aún estando en prisión
