Julieta, una emprendedora de 70 años que es el motor de su familia

La edad no es un límite para emprender, al contrario, es una fortaleza que permite a muchas familias mexicanas y trabajadoras seguir adelante en este país.

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Por: Gabriel Sirnes

Con información de: Lorena Trejo

En la Central de Abasto, donde el comercio nunca duerme, Julieta Castro Guadarrama, a sus 70 años, sigue siendo un ejemplo de perseverancia y trabajo duro. Desde la madrugada, antes de que el sol despunte, esta emprendedora ya está en marcha, liderando su negocio de venta de jitomates, morrones y cebollas, con la misma pasión y entrega que la han caracterizado por décadas.

¿Cómo es el día a día como comerciante?

"Me levanto a las dos y media, tres de la mañana. Ese es mi empezar”, cuenta Julieta, quien no concibe su vida sin la actividad que la ha forjado. Para ella, el comercio no es solo un medio de sustento, sino una forma de vida que exige compromiso y constancia. “El comerciante es una persona muy trabajadora, muy emprendedora, que no se raja”, afirma con orgullo.

Su responsabilidad va más allá de su propio bienestar. Como cabeza de su negocio, sabe que su presencia es clave para el funcionamiento del mismo y para el sustento de quienes dependen de él. “Enfermo o no enfermo, tenemos que estar aquí, porque si tú no estás, la empresa no funciona”, explica, enfatizando la disciplina que ha mantenido a lo largo de los años.

Consciente de los altibajos del comercio, Julieta sigue la máxima de guardar en tiempos de abundancia para enfrentar las crisis. “No siempre es ganar”, reflexiona, compartiendo la filosofía que le ha permitido mantenerse firme en un entorno tan competitivo.

El ejemplo que ha dado a sus hijos es otro de sus grandes logros. “Me salieron muy trabajadores, porque nos veían a su padre y a mí siempre en los negocios”, dice con satisfacción. Su legado no solo es un negocio próspero, sino una cultura de esfuerzo y responsabilidad transmitida a su familia.

Lejos de pensar en el retiro, Julieta sigue recorriendo su puesto, supervisando cada detalle, asegurándose de que todo marche bien. “A mis 70 años, aquí persisto”, concluye, demostrando que la verdadera fuerza de un país está en la determinación de su gente, sin importar la edad.

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