Esta semana, Japón celebra el 78 aniversario de los bombardeos atómicos estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki, que mataron a cientos de miles de civiles y pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial.
Después de su derrota, la Constitución de posguerra de Japón redujo sus fuerzas armadas y renunció a la guerra como un derecho de la nación. Sin embargo, las crecientes amenazas de la vecina China y Corea del Norte han provocado un cambio radical de rumbo, ya que Japón se embarca en una revisión significativa de sus fuerzas de autodefensa.
La tragedia en Hiroshima y Nagasaki
La Fuerza Aérea de los EEUU lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima la mañana del 6 de agosto de 1945. Tres días después, una segunda arma nuclear apuntó a la ciudad portuaria de Nagasaki. El emperador japonés Hirohito anunció la rendición de su país el 15 de agosto.
La derrota de Japón en 1945 hizo que su ejército se redujera a una pequeña “fuerza de autodefensa”. Su constitución de posguerra todavía renuncia a la guerra como un derecho de la nación.
Las voces que piden el desarme compiten con la realidad de una región del Indo-Pacífico cada vez más tensa y militarizada.
Tensión actual en Indo-Pacífico
Corea del Norte ha lanzado decenas de misiles al Mar de Japón en los últimos meses. Mientras tanto, las acciones militares de China alrededor de Taiwán y el Mar de China Meridional se consideran una amenaza directa para Japón, dice Tetsuo Kotani, del Instituto Japonés de Asuntos Internacionales en Tokio. China considera que Taiwán, que se autoadministra, es una provincia descarriada.
Defensa militar en Japón
En 2014, el difunto ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, inició un aumento en el gasto de defensa y una interpretación más flexible de la Constitución.
Esos cambios han adquirido una nueva urgencia en los últimos meses. En un documento de política publicado en diciembre pasado, Japón describió planes para duplicar el gasto en defensa para 2027 y adquirir capacidades de ataque contra bases extranjeras, durante décadas una línea roja.
Japón está entrando en una nueva era descartando su aversión de la posguerra a un ejército poderoso. Mientras tanto, con cada año que pasa, el número de sobrevivientes de la bomba atómica está disminuyendo. Su última esperanza es que las lecciones de Hiroshima y Nagasaki no se olviden.